Por Mohamed El-Maadi – Desde el bombardeo israelí de Irán, un rumor se ha extendido con una velocidad sospechosa: Argelia es el próximo objetivo. Esta idea no nace de un análisis militar serio, y mucho menos de un hecho objetivo. Se destila, se infla, se recicla, hasta imponerse como una evidencia pseudo-obvia. Pero hay que tener buen oído para percibir su efecto: tras este bulo se esconde la firma de un marketing regional descuidado, y más precisamente… marroquí.
No es que solo las oficinas del reino tengan la inteligencia para idear semejante operación de guerra psicológica. Pero sobresalen en lo que podríamos llamar la ejecución celosa de órdenes extranjeras. No pensamos en Jerusalén, la ciudad que aún afirman proteger, sino en Tel Aviv, donde ahora se concentran las verdaderas directrices del reino cherifiano: ya no es el guardián de los Santos Lugares, sino un vendedor autorizado del patrimonio islámico a la entidad sionista.
Sería ingenuo o cómplice atreverse a hacer esta comparación entre Irán y Argelia. Uno está inmerso en una dinámica de proyección regional, presente en Siria, Líbano y el Mar de Omán. El otro mantiene una postura estrictamente soberana, sin bases extranjeras, milicias ni armas nucleares. Si existe una amenaza, no es militar: es moral, simbólica y política.
Argelia es una molestia por su coherencia. Por su negativa a ceder ante la normalización. Por su diplomacia de la verdad. Por su lealtad a la memoria del mundo árabe y sus pueblos oprimidos. No amenaza a Estados Unidos, sino a su estrategia de un Magreb alineado. No amenaza a Israel, sino a la idea de que todo se puede comprar. No amenaza al Golfo, sino a su sueño de un islam sin honor.
No bombardea, responde. No se alinea, resiste. Y eso, en el fondo, es lo que la exaspera. Así que intentan designarla como objetivo. Como para prepararla, debilitarla, aislarla. Es un método bien conocido: debilitar por anticipación, desarmar por intimidación. Pero esto presupone que el objetivo tiene miedo o duda de sí mismo.
Pero Argelia no tiene miedo. Y si duda de sí misma, a veces es por su paciencia.
Quienes sueñan con un Magreb remodelado y normalizado, licuado en las grandes maniobras del siglo, deberían pensárselo dos veces. Porque donde algunos países venden sus lugares sagrados, Argelia permanece fiel a sus muertos. Y ni siquiera los drones pueden borrar esto.