Jemal Taleb, abogado del Colegio de Abogados de París
El artículo escrito por un tal Frédéric Powelton fue publicado el 17 de abril de 2025 en la revista digital Sahel Intelligence, una información estratégica que nos ha llamado la atención. El título es «Argelia: Mauritania ha cruzado un umbral peligroso bajo control militar». Este artículo critica a Mauritania por haber firmado dos acuerdos con Argelia «uno en el ámbito militar, el otro sobre la protección de la información clasificada». Nos enteramos de que estos acuerdos son peligrosos para Mauritania –en particular para la segunda–, que no tendría nada que ganar con ellos. Nos enteramos que este segundo acuerdo “está provocando preocupación en Estados Unidos, Israel y países europeos”. Por supuesto, si estos tres están preocupados por lo que ocurre a miles de kilómetros de casa, ¿qué importa cuáles sean las decisiones de los afectados y cuál sea el sentimiento de los países vecinos? Cabe recordar que el intercambio de información entre ambos países es de conocimiento público. Se formaliza oficialmente a través de múltiples marcos.
Resumiremos las reflexiones del autor diciendo que, según él, Argelia, que pierde terreno en el Sahel, busca nuevos amigos y ha conseguido engañar a la ingenua Mauritania. «Mauritania, al ponerse bajo la tutela de una supuesta potencia regional en decadencia, está desempeñando el papel de peón dispuesto». En conclusión, «las consecuencias podrían ser graves para Mauritania, con una pérdida de credibilidad en la escena internacional y, sobre todo, una dependencia estratégica de un régimen cuyos intereses distan mucho de ser compatibles con el orden internacional». Cabe señalar que este artículo se asemeja a una comisión cuya orientación maliciosa es claramente evidente: esto no es periodismo, ni mucho menos pericia, solo desinformación y propaganda burda escrita sin inteligencia ni fineza. Un texto “bajo una influencia indefinible”, para utilizar el vocabulario del autor.
Es una triste condensación de malicia hacia Argelia y desprecio hacia Mauritania, ese país inconsciente que es devorado por su vecino rechazado por el orden internacional. Generalmente, cuando nos enfrentamos a este tipo de orientación, optamos por no reaccionar. Pero aquí, las palabras están guiadas por un sentimiento más triste: imponer a Mauritania el alineamiento con los dictados de un determinado orden internacional. Ni una sola vez el autor contempla el derecho de dos países a disponer de sí mismos, de sus destinos, a elegir a sus amigos sin el consentimiento de un determinado orden internacional. Muchos a menudo suavizan esto y prefieren hablar de la comunidad internacional, de la opinión internacional. Él se lanza y habla de una orden que todos deben obedecer. Esta visión tristemente retrógrada y anacrónica merece que llamemos al autor de este artículo a leer la nueva evolución del mundo, el mundo de los BRICS y África, para romper con el pensamiento único.
Tal vez a este querido hombre también habría que recordarle que Mauritania es el país más estable del Sahel, una posición que todos sus vecinos envidian y que le granjea el respeto de la comunidad internacional.
De lo que estoy seguro es de que no conoce la larga historia de las relaciones entre Argelia y Mauritania. Algunos ejemplos. Él no sabe que ese país apoyó al país de los Mourabitounes cuando abandonó el franco CFA. Mauritania agradece a Argelia su apoyo en el proceso de nacionalización de la minería de hierro, que entonces era propiedad de una empresa extranjera. Los dos pueblos hermanos siempre han mantenido relaciones de apoyo mutuo, y ninguno de ellos ha intentado jamás interferir en la política del otro.
Un periodista estadounidense criticó al presidente sudafricano Nelson Mandela por su trato con personas que la opinión internacional consideraba marginadas y, por lo tanto, inaccesibles, como Muammar Gaddafi y Fidel Castro en particular. «Nuestra actitud hacia un país está determinada por la actitud de ese país hacia nuestra lucha». El coronel Gadafi y Fidel Castro apoyaron la lucha de liberación del pueblo negro de Sudáfrica, mientras que los países «presentables» apoyaron a la vil bestia del apartheid que estaba masacrando al mismo pueblo negro de Sudáfrica. Y añadió: ¿Por qué persistís en pensar que vuestros enemigos deben ser los nuestros, los enemigos de todos?
Si Argelia no responde a las expectativas del orden internacional, Nuakchot, cuyo orgullo y espíritu de independencia son de todos conocidos, se reserva aún el derecho de elegir a sus amigos, sin esperar las imposiciones de este orden internacional que el autor saca de su bolsa, y que nos exige ver como el gendarme del mundo, que lo regularía todo, hasta el punto de definir el tipo de relaciones bilaterales que deben mantener los países vecinos y hermanos.
En una época en que la búsqueda suprema, la plegaria viril de las naciones africanas es escapar del vasallaje y adquirir la soberanía total, resulta torpe, inoportuno e incómodo escribir un texto como éste. ¿Una advertencia de un experto? Nos gustaría creerlo. ¡Pero experto en qué! ¡Nos encantaría saberlo! Ah, sí, en Inteligencia e Información Estratégica del Sahel. El autor es presentado por su periódico de manera sobria o más bien vaga como un experto internacional en temas energéticos y financieros, que trabajó durante varios años en una gran institución financiera. Aquí no hay cuestión de energía ni de finanzas. Hoy dedicaría su experiencia a la investigación sobre el Sahel. Nada más fácil que erigirse en experto en el Sahel o en el Golfo de Guinea, burlando las aspiraciones profundas de esos pueblos, en nombre de un determinado orden internacional al que deberían someterse, «sin ninguna curiosidad perversa por verificar» sus derechos, habría concluido Aimé Césaire.
Los países africanos están realmente hartos de estos expertos repentinos e improvisados con intereses muy opacos. Le aconsejamos encarecidamente que vuelva a su apreciada experiencia en el ámbito financiero y energético. Le diremos simplemente, para terminar, que para su instrucción estratégica la única información que guía la acción de Mauritania es la de sus decisiones en el respeto de los tratados y acuerdos a los que están sujetas todas las naciones; Es que, cuando Argelia está perdiendo terreno –lo cual no es el caso y no lo deseamos–, Mauritania estaría profundamente feliz y honrada de tenderle la mano.