En los últimos tres años se ha roto el alto al fuego con Marruecos y España ha cambiado su posición histórica. Desde este viernes, el Polisario debate su estrategia a corto y medio plazo para avanzar en una solución a un conflicto enquistado.
Era diciembre del año 2019. La localidad de Tifariti, en los denominados territorios liberados del Sáhara Occidental, acogía el XV Congreso del Frente Polisario. En la parte orgánica, seguía al frente Brahim Gali, secretario general desde 2016, tras la muerte de Mohamed Abdelazziz. En lo político, más allá de la apuesta incansable por la autodeterminación, se ponía el foco también en la lucha judicial a nivel europeo por el asunto de la explotación de los recursos naturales de su territorio por parte de Marruecos. Tres años después, el campamento de Dajla acoge la XVI edición del Congreso. Entre medias, una sucesión de acontecimientos en torno al conflicto sin precedentes en las últimas décadas.
Ya desde hace unos cuantos años atrás el Frente Polisario dejaba caer la posibilidad de la vuelta a la lucha armada ante el enquistamiento de un conflicto que se alarga cada vez más en el tiempo. Pero ese paso todavía no se había dado. Se quedaba únicamente en la dialéctica, también durante el último Congreso. Todo iba a cambiar menos de un año después del XV Congreso. El foco se situaba en Guerguerat, una zona situada en el límite sur del territorio ocupado del Sáhara Occidental, entre el muro marroquí y la frontera con Mauritania.
Esta zona está considerada como «tapón», ya que, según los acuerdos de paz de 1991 ninguna de las partes del conflicto puede usarla. Sin embargo, desde el año 2017 Marruecos había comenzado una obra de asfaltado en la carretera del lugar para conectarse con el norte de Mauritania. Ocurrió entonces que varios activistas saharauis, en octubre de 2020, organizaron una protesta para bloquear la carretera y las obras.
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