Ali Salem Iselmu
Periodista y escritor saharaui
Unos países ayudan a otros enviando médicos como lo ha hecho Cuba con Italia. Desaparecen los continentes y las fronteras. No se puede condenar a nadie en medio de la tormenta, o nos salvaremos todos o perecemos.
2020/04/10
En esta mañana de primavera, vuelvo a mirar a la calle todo sigue igual. Observo desde el pequeño balcón las cortinas de la casa de enfrente y siguen bajadas. La maceta colocada al lado de la ventana recibe los rayos del sol y sus diminutas hojas cuelgan del pequeño tronco que sale del interior de la tierra.
Un día más de confinamiento, de aplausos y debates televisivos. El Gobierno prorroga el estado de alarma y todos seguimos pendientes de la pandemia. Las cifras de contagiados saltan de un continente a otro y el coronavirus no entiende de fronteras ni de leyes marítimas ni de fronteras terrestres.
El virus ataca a inmigrantes, ministros, príncipes y países con la misma virulencia. Colapsa el sistema de salud pública mejor preparado y mantiene en cuarentena a los campamentos de refugiados saharauis y de otras partes del mundo. Varios países africanos cierran sus fronteras. Saben que no tienen vacunas, ni material sanitario, ni agua potable. Tienen la experiencia de los miles de muertos en el Mediterráneo. «La solidaridad será necesaria para vencer al virus» afirma la Organización Mundial de la Salud.
Italia y España superan a China en la cifra de muertes por coronavirus, sus Gobiernos no saben cuándo va a llegar el pico de contagios y el virus empiece a retroceder. La situación supera todas las previsiones económicas y mantiene a las bolsas en pánico.
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