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Con solitud, Pedro Sánchez ha entregado el Sáhara Occidental; ya antes lo hicieron otros de sus antecesores, pero, ahora, en democracia plena y sin consenso. Lo sabemos por la carta del Majzen, el poder total del monarca alauí, que ha provocado la respuesta urgente, pillando a los protagonistas en pijamas diplomáticos, aviándose con prisas con un comunicado desaliñado y con palabras confiadas del ministro de Exteriores sobre las consecuencias de lo que habían decidido sin avisar a sus socios, disconformes, a la oposición, ni al arco parlamentario. Sí, a todos. Se trata de una cuestión de Estado —tiene razón el PP— y el Estado somos todos, permanece.
Un cambio histórico se resalta, sí, pero sobre todo por lo insólito del proceder, velado y arrogante. Y por su incoherencia y engaño. Lean el programa del propio PSOE, un poner, familiaricen con las bases socialistas que siempre han sido solidarias y reivindicativas de los derechos de nuestros antiguos compatriotas. Y adviertan su historia y el propio cambio de Sánchez: del Levante al Poniente sin que se le mueva el tupé.
No le valió al Presidente la vergonzosa entrega de la cabeza de su ministra de Exteriores, Arancha González Laya, para calmar al sátrapa marroquí. Era más
Pedro Sánchez se retrotrae a las criticadas tesis de Donald Trump y se lo pone fácil a Joe Biden; no ha resistido la presión del Majzen marroquí, incesante desde la independencia de Marruecos. Da validez a los ilegales Acuerdos de Madrid y, de camino, también a la represión y la vulneración de los Derechos Humanos en el Sáhara y a su expolio económico. Una vergüenza y cobardía de España al no asumir sus compromisos y su obligación moral como potencia administradora de iure de su antigua colonia, a la que orgullosamente llamaba provincia.
Y la pregunta es ¿qué entregó España a Marruecos y quién en su nombre tras la Marcha Verde? ¿Qué se guarda bajo mil llaves en el diván del Majzen sobre aquella cesión vergonzosa y qué están dispuestos a revelar?
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Origen: Calima en la Moncloa – eldiario.es