Naciones Unidas ha presentado el nuevo Plan de Respuesta para los Refugiados Saharauis 2026–2027, un llamamiento urgente a 177 millones de dólares que constata, una vez más, la prolongación de una crisis humanitaria que no debería existir. Cinco décadas después del éxodo forzado por la invasión marroquí de 1975, la comunidad internacional sigue sin abordar la raíz del problema: la ocupación del Sáhara Occidental y la negación del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
La presentación del Plan de Respuesta —que afecta a más de 173.000 saharauis en los campamentos de Tinduf— muestra cifras alarmantes: el 64 % de los hogares vive en inseguridad alimentaria, la malnutrición aguda afecta al 14 % de la población y más del 65 % de mujeres y niños pequeños sufre anemia. Son datos estremecedores que no reflejan una catástrofe natural ni un accidente histórico: son el resultado directo de una ocupación ilegal, del bloqueo político impuesto por Marruecos y de la incapacidad —o falta de voluntad— de la comunidad internacional para hacer cumplir el derecho internacional.
El nuevo plan, elaborado por 27 socios humanitarios coordinados por Naciones Unidas, pretende garantizar servicios básicos en ocho sectores: protección, seguridad alimentaria, nutrición, salud, educación, agua y saneamiento, refugio y energía, y medios de subsistencia. Pero los propios organismos de la ONU advierten de que la falta de financiación amenaza con poner en riesgo los escasos avances logrados en años anteriores. La inflación, los costes logísticos, los efectos del cambio climático y la precariedad estructural convierten cualquier retroceso en un riesgo humanitario inmediato.
Pese al apoyo histórico de Argelia —que garantiza infraestructuras, electricidad, atención sanitaria y educación— la población refugiada depende en gran medida de la ayuda internacional. Esa dependencia no es un fracaso de los saharauis ni de quienes los acogen; es, más bien, una evidencia del fracaso internacional a la hora de garantizar sus derechos fundamentales. Medio siglo después, vivir de la ayuda no es una condición inevitable: es la consecuencia de un conflicto que tiene responsables claros y una solución conocida.
El comunicado de la ONU apela a un “partenariado renovado” basado en la confianza y la responsabilidad compartida. La formulación es correcta, pero insuficiente. La verdadera responsabilidad compartida pasa por exigir a Marruecos el fin de la ocupación, aplicar las resoluciones de la ONU, cumplir la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y garantizar al pueblo saharaui el derecho que la comunidad internacional le reconoce desde hace casi 60 años: decidir su futuro libremente.
Mientras ese derecho siga bloqueado, ningún plan humanitario será suficiente. Sostener la vida es imprescindible, pero no puede ser la única respuesta. La obligación moral —y legal— es poner fin a la causa del exilio, no solo mitigar sus consecuencias.
Las Naciones Unidas y sus socios humanitarios lanzan el Plan de Respuesta para los Refugiados Saharauis 2026–2027, solicitando 170 millones de USD para sostener la ayuda vital y reforzar la resiliencia a largo plazo
Comunicado de prensa

Argel, 27 de noviembre de 2025 – Las Naciones Unidas y sus socios humanitarios lanzaron hoy el Plan de Respuesta para los Refugiados Saharauis (SRRP) 2026–2027, una estrategia de dos años destinada a proteger y asistir a unos 173.600 refugiados saharauis que viven en los cinco campamentos situados cerca de Tinduf, en Argelia. El plan requiere 177 millones de USD para mantener los servicios esenciales y fortalecer la resiliencia a largo plazo en una de las situaciones de refugio más prolongadas del mundo.
Reuniendo a 27 socios humanitarios, el SRRP define intervenciones coordinadas en ocho sectores: protección, seguridad alimentaria, nutrición, salud, educación, agua/higiene/saneamiento, refugio/energía/AME y medios de subsistencia. Este nuevo ciclo refuerza el seguimiento, la rendición de cuentas, el compromiso comunitario y se basa en las lecciones aprendidas durante el periodo 2024–2025.
«Este año marca 50 años desde que los refugiados saharauis encontraron refugio en Argelia. Su trayectoria es de resiliencia y esperanza frente a la adversidad», declaró Savina Ammassari, coordinadora residente de Naciones Unidas en Argelia. «Para 2026–2027, nuestra acción colectiva es clara: salvar vidas, estabilizar la nutrición, garantizar el acceso al agua y a la energía, reforzar la educación y los medios de subsistencia, y aumentar la resiliencia frente a los choques climáticos y económicos.»
A pesar de décadas de apoyo constante del Gobierno argelino —incluyendo infraestructuras, electricidad gratuita y acceso a servicios sanitarios y educativos— los refugiados siguen dependiendo en gran medida de la ayuda humanitaria. Las evaluaciones recientes confirman la magnitud de las necesidades: el 64 % de los hogares sufre inseguridad alimentaria, la malnutrición aguda global alcanza el 14 % y más del 65 % de mujeres y niños pequeños padecen anemia.
Los socios humanitarios advierten de que la falta de financiación podría poner en riesgo los avances logrados, especialmente en nutrición, educación y servicios sanitarios esenciales. Los elevados costes logísticos y de transporte, sumados a la inflación y a las perturbaciones climáticas, siguen presionando la respuesta humanitaria.
«Hacemos un llamado a una alianza renovada, basada en la confianza y la responsabilidad compartida», añadió Ammassari. «Junto al Gobierno argelino, el pueblo saharaui, los donantes y los actores humanitarios, podemos transformar la esperanza en un futuro de dignidad y oportunidades.»
El SRRP adopta un enfoque basado en derechos y centrado en la comunidad, priorizando sistemas de protección inclusivos, iniciativas comunitarias en salud y educación, así como soluciones resilientes frente al clima. También destaca la importancia de los cambios de comportamiento, la planificación basada en datos y la preparación ante impactos climáticos.
Los socios humanitarios llaman a una financiación flexible y plurianual para garantizar la continuidad de los servicios esenciales, preposicionar suministros vitales y reforzar la resiliencia de los más vulnerables. Las Naciones Unidas y sus socios agradecen a Novo Nordisk su apoyo en el evento de lanzamiento, demostrando el creciente compromiso del sector privado en promover acciones humanitarias y fortalecer la resiliencia.
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