Por Sidi Maatala/ECS
Hay más que una paradoja en el contenido de las dos llamadas telefónicas realizadas por el secretario de Estado de EE.UU, Anthony Blinken, con su homólogo argelino Sabri Boukadoum (el jueves pasado) y su homólogo marroquí Nasser Bourita (el viernes pasado).
La primera paradoja es que Blinken, según el comunicado publicado por el Departamento de Estado de EE.UU, «no abordó» con Boukadoum ni con Bourita el conflicto del Sáhara Occidental, y que la conversación telefónica se centró exclusivamente en las relaciones bilaterales con los dos países y los acontecimientos en la región del Sahel, Libia y Mali.
La segunda paradoja, la administración Biden tiene la intención de «congelar el reconocimiento» del ex presidente Donald Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Lo que confirma esta tendencia es lo que el periodista israelí Barak Rafid desveló en su artículo difundido, desde Tel Aviv, en el digital hebreo Axios. Rafid cita dos fuentes diferentes del Departamento de Estado y confirma que durante la conversación telefónica entre Blinken y Nasser Bourita, la administración Biden transmitió a Rabat que no revertirá el reconocimiento de Trump, «al menos por el momento».
Cualquier lectura de esta noticia debe ser exhaustiva y precisa en los pliegues del texto y todos sus elementos, sin detenerse imprudentemente ante el mero hecho de que Biden «trasladó a Rabat que no revertirá la decisión de Trump». Algunos pueden considerar la posición de Blinken, según el reportero de Axios, como una confirmación de la decisión de Trump sobre el tema del Sáhara Occidental, como si fuera una decisión final del presidente Biden cien días después de asumir la presidencia en la Casa Blanca. Pero vincular dos veces la declaración a la frase «hasta el momento», según las fuentes del corresponsal, devuelve el asunto al punto de partida, y eso quiere decir que el Departamento de Estado de EE.UU aún sigue revisando la decisión del ex presidente Trump sobre el Sáhara Occidental.
Hay una gran diferencia entre comprender e interpretar lo publicado por el Departamento de Estado de EE.UU y el digital Axios. Hace falta una prueba objetiva que corrobora la veracidad de lo anunciado por Axios sobre la postura del presidente Biden respecto a la supuesta soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
En cuanto a la tercera paradoja, es que la difusión del comunicado del Departamento de Estado de EE.UU, como un documento oficial, donde no se abordó el tema del Sáhara Occidental, y confirmarlo posteriormente con los dos tuits del propio Blinken, refleja la lógica de evitar hablar del Sáhara Occidental pese a que las presiones de Rabat y los grupos de presión que trabajan a su favor aumentaron. Es una lógica que no respalda la noticia de que el gobierno de Biden tiene una decisión final, especialmente porque el panorama político en Washington generalmente funciona asi; primero y antes que adoptar cualquier decisión envian indicaciones preliminares sobre el anuncio de decisiones importantes. Si la Casa Blanca hubiera decidido anunciar su posición sobre el Sáhara Occidental, los periódicos del Washington Post, el New York Times o el Wall Street Journal habrían publicado lo que se predijo sobre las próximas decisiones en Washington DC. También cuentan con fuentes dentro del Departamento de Estado y el resto de los centros de toma de decisiones estadounidenses.
Blinken habló con Boukadoum y Bourita una semana después de la sesión del Consejo de Seguridad sobre el Sáhara Occidental, y la posición de la embajadora de Estados Unidos, Linda Thomas Greenfield, fue clara y precisa.
Greenfield pidió al Consejo que emitiera una declaración conjunta sobre el temor a una escalada en el Sáhara Occidental, una propuesta que el Consejo no adoptó, aunque apoyó las tres recomendaciones:
– Instar a las partes en el conflicto a cooperar plenamente con la misión de la MINURSO.
– Acelerar la designación de un nuevo enviado personal del Secretario General para el Sáhara Occidental.
– Avanzar en el Proceso Político y retomar las negociaciones políticas.
De las tres suposiciones, el gobierno de Biden se ha vuelto prácticamente devoto y ha adoptado la tercera vía que «The Third Position» (la tercera propuesta); no revertir la decisión de Trump y no apoyarla hasta un nuevo aviso, y adherirse a la vía política mediada por las Naciones Unidas.
La posición de la nueva administración norteamericana permanecerá en la zona gris en la gestión de las repercusiones del conflicto del Sáhara Occidental por etapas, y tratando de sujetar el palo por el medio entre Marruecos y el Frente Polisario, y también teniendo en cuenta las posiciones de los países de la región y el bloque del norte del Mediterráneo, con los que Biden quiere reactivar la alianza y fortalecer la asociación europeo-estadounidense con respecto a las ambiciones de Rusia de construir un mar Mediterráneo de base occidental.
Se espera que el gobierno de Biden consolide esta tercera posición: ni abrace ni pase por alto el reconocimiento durante los próximos siete meses, mientras espera la sesión del 29 de octubre para celebrar la sesión anual para determinar el destino de la MINURSO. Al apoyar la vía de las Naciones Unidas, encontrará una salida adecuada y un compromiso entre las expectativas marroquíes y saharauis, que es una encarnación implícita de la opción de equilibrar los intereses con los países de la región.