El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se prepara para abordar, entre los días 30 y 31 de octubre, una decisión crucial sobre el Sáhara Occidental. En esa fecha expirará el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum (MINURSO), creada en 1991 para organizar la consulta de autodeterminación del pueblo saharaui, y los quince miembros del Consejo deberán aprobar una nueva resolución que renueve o modifique su cometido. Lo que en otros años ha sido una votación rutinaria se ha transformado esta vez en un pulso diplomático de gran calado, marcado por un proyecto de resolución presentado por Estados Unidos que, por su contenido, rompe con la doctrina de descolonización que rige este expediente desde hace medio siglo.
Según fuentes diplomáticas y periodísticas en Nueva York, Washington, en su calidad de “penholder” o país redactor del dossier, distribuyó el 22 de octubre un borrador de resolución que habría suscitado fuertes discrepancias entre los miembros del Consejo. Se preveía incluso una reunión de consultas extraordinarias, no confirmada oficialmente, para intentar acercar posiciones antes de la votación. El texto estadounidense introduce varios elementos inéditos: limita las negociaciones al marco del plan marroquí de autonomía presentado en 2007; elogia los “esfuerzos del presidente Donald Trump” por promover la normalización regional; y sugiere un papel mediador directo de Washington, desplazando la centralidad del proceso de las Naciones Unidas. En términos políticos, ello equivaldría a sustraer el conflicto del ámbito multilateral de la ONU para reubicarlo en la órbita de la Casa Blanca, replicando la llamada “diplomacia de los acuerdos” utilizada en Oriente Medio.
Este nuevo enfoque llega apenas semanas después de que el Secretario General António Guterres presentara, el 30 de septiembre, su informe anual sobre la situación en el Sáhara Occidental (S/2025/612). Aunque el documento mantiene el tono técnico habitual, su lectura confirma el deterioro progresivo de la credibilidad de la ONU en este conflicto. El texto evita señalar la responsabilidad de Marruecos en la ruptura del alto el fuego de 1991, pero reconoce la existencia de “enfrentamientos armados de baja intensidad” y detalla hechos que cuestionan la neutralidad marroquí. Entre ellos, destaca la construcción por el ejército de ocupación de una carretera de 93 kilómetros que conecta Smara con Mauritania, atravesando la berma militar y rompiendo el statu quo establecido por los acuerdos de 1991. El informe también constata las restricciones impuestas por Marruecos a la MINURSO, el bloqueo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) desde 2015 y la represión continuada en los territorios ocupados. A pesar de reconocer estos hechos, el Secretario General evita formular conclusiones políticas y recurre, una vez más, a la fórmula ambigua de la “solución política realista y duradera”, expresión promovida por las potencias favorables a Rabat.
Ante este escenario de ambigüedad y desequilibrio, el Frente POLISARIO ha elevado el tono. El 22 de octubre, el presidente saharaui y secretario general del Frente, Brahim Ghali, dirigió una carta contundente al Secretario General António Guterres, en la que denuncia la pasividad de las Naciones Unidas ante la ocupación marroquí y la impunidad de las fuerzas de ocupación. Ghali recuerda que Marruecos violó materialmente el alto el fuego el 13 de noviembre de 2020 en El Guerguerat, y desde entonces ha consolidado una presencia militar ilegal en la zona de separación. La carta acusa a la ONU de tolerar ataques con drones contra civiles saharauis y ciudadanos de países vecinos, de permitir la represión sistemática en las zonas ocupadas y de mirar hacia otro lado mientras Marruecos construye infraestructuras con fines de anexión. “La ONU —escribió Ghali— no puede comportarse como una agencia inmobiliaria que redistribuye tierras, sino como una institución garante del derecho internacional”.
Solo un día después, el 23 de octubre, el representante saharaui ante las Naciones Unidas y coordinador con la MINURSO, Dr. Sidi Mohamed Omar, remitió una carta oficial al embajador ruso Vassily Nebenzia, actual presidente del Consejo de Seguridad, para dejar constancia de la posición del Frente POLISARIO respecto al proyecto estadounidense. En ese documento, Omar denuncia que el borrador “constituye una desviación grave y sin precedentes, no solo de los principios del derecho internacional que fundamentan el estatuto del Sáhara Occidental como territorio pendiente de descolonización, sino también de la práctica y los fundamentos establecidos por el propio Consejo de Seguridad”. Reafirma que la soberanía sobre el territorio pertenece exclusivamente al pueblo saharaui, titular de un derecho “inalienable, imprescriptible y no negociable” a la autodeterminación, que debe ejercerse bajo la supervisión de la ONU mediante un referéndum libre y transparente.
El Frente POLISARIO, movimiento de liberación nacional reconocido por las Naciones Unidas y la Unión Africana como representante legítimo del pueblo saharaui, advierte que no participará en ningún proceso político ni en ninguna negociación basada en el texto redactado por Estados Unidos. La carta de Sidi Mohamed Omar precisa que toda aproximación que limite, condicione o sustituya el referéndum de autodeterminación es inaceptable, y recuerda que el 20 de octubre el Frente presentó al Secretario General una “propuesta ampliada” para reactivar las negociaciones directas con Marruecos, de buena fe y sin condiciones previas, sobre la base de las resoluciones del Consejo y de la Asamblea General. Este gesto, calificado por observadores internacionales como un acto de responsabilidad política, ha sido ignorado por los mismos actores que ahora promueven la autonomía como “única solución posible”.
Las posiciones dentro del Consejo se perfilan nítidamente divididas. Francia y Reino Unido respaldan la iniciativa estadounidense y su narrativa de “realismo político”, mientras que Rusia, China, Argelia y varios países africanos insisten en mantener el marco de descolonización conforme al derecho internacional. Las fuentes diplomáticas prevén un escenario de bloqueo, con posible veto ruso o una serie de abstenciones coordinadas que impedirían alcanzar los nueve votos necesarios para la adopción del texto. Entretanto, el mandato de la MINURSO expira el 31 de octubre, y el Consejo de Seguridad deberá decidir si renueva una misión sin contenido o si redefine su propósito original: garantizar el referéndum de autodeterminación prometido al pueblo saharaui.
Más allá de la disputa semántica y los cálculos diplomáticos, el fondo del problema permanece inalterado: la ONU ha permitido que una misión concebida para liberar a un pueblo colonizado se convierta en un instrumento de statu quo. En palabras de Brahim Ghali, “el tiempo de las ambigüedades ha terminado”. El Frente POLISARIO, al rechazar de manera inequívoca cualquier intento de sustituir la autodeterminación por un plan de autonomía, reafirma que no puede haber paz sin justicia, ni justicia sin libertad. En los próximos días, el Consejo de Seguridad decidirá si continúa cediendo ante la lógica de la ocupación o si, al fin, cumple con su mandato fundacional: concluir la descolonización del Sáhara Occidental.
Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”
