En un artículo titulado «Marruecos visto desde sus cárceles», el diario pone de manifiesto «el libro testimonio» de Ali Aarrass, una voz crítica del régimen del Majzén.

«El testimonio es conmovedor y nos enseña mucho sobre la naturaleza del régimen en el poder en Marruecos: Ali Aarrass, ciudadano belgo-marroquí, pasó dos años en las prisiones de España y diez años en las de Marruecos, país en el que nunca había vivido», relata la autora del artículo, Gabrielle Lefèvre.

Ella explica que este ciudadano fue acusado de tráfico de armas y detenido por la policía española con base en información falsa, probablemente proporcionada por los servicios secretos marroquíes que querían arrestar a un hombre demasiado crítico con la represión sangrienta de la revuelta del pan y la dignidad en el Rif marroquí.

El diario repasa el largo calvario vivido por Ali Aarrass en las diversas cárceles marroquíes, donde se amontonan numerosos sospechosos de terrorismo, resistentes saharauis, contestatarios marroquíes y delincuentes comunes.

«Los detenidos son entregados a feroces carceleros, capaces de los peores abusos, obligando a estos hombres (y también a mujeres, cuyo destino es aún más aterrador) completamente desamparados a vivir en condiciones inhumanas, de falta de comida, frío, suciedad, en el aislamiento, que es una de las formas más crueles de tortura, mientras sufren las formas clásicas de tortura durante interrogatorios ultraviolentos», explica Gabrielle Lefèvre.

El sitio de información belga ha señalado que esta trágica historia recuerda a aquellas reveladas por marroquíes encarcelados bajo el régimen del padre del actual soberano, Hassan II.

«Había trabajadores sindicalizados, comunistas críticos del dictador, como Mohamed El Baroudi, (en Bélgica) quien dedicó su vida a la defensa de los trabajadores migrantes y a la alfabetización de los más desfavorecidos», escribe la autora.

El diario belga también abordó la traición a la causa palestina por parte del régimen del Majzén, que en 2020 firmó los Acuerdos de Abraham.

La autora también señaló que Marruecos se dedica a «un chantaje migratorio permanente» con Europa, en los puntos de paso de Ceuta y Melilla, y también utiliza la carta del tráfico de drogas para obligar a los países de este continente a apoyar al régimen corrupto del Majzén.