Los próximos tres años de gobierno de Brahim Ghali no estarán exentos de tensiones, la permanencia de los mismos dirigentes desde hace cuatro décadas en una »ruleta rusa de cargos» sigue sin ser bien vista a ojos de los ciudadanos, y tampoco inspiran la confianza y cohesión
Sidi Maatala
ECS. Chahid Al Hafed. | Pese a que Brahim Ghali salió victorioso de las últimas elecciones saharauis con un 69% de los votos, el análisis oculto de los resultados muestra una imparable pérdida de apoyos.
Según reflejan los resultados electorales de las últimas tres elecciones presidenciales, el actual líder continúa desangrándose y perdiendo electores con el paso de los años; en las elecciones de 2016 salió ganando con un 93,19%, en 2019 con el 86,10% de los votos, y en las últimas del mes pasado se llevó el 69%, registrando el resultado más bajo en la reciente historia democrática de la República Saharaui logrado por un candidato a la presidencia. Una considerable reducción de votos que coincide con uno de los Congresos del Frente POLISARIO que más participación ha tenido en este último medio lustro.
Si bien Ghali abrió la veda a la disputa política en el Frente POLISARIO al enfrentarse a quien fuera su asesor en la anterior legislatura, Bachir Mustafá Sayed, aumentando así las expectativas de una reforma real a la altura del desafío. Poco a poco y tras anunciarse el nuevo gobierno ésta fue encubierta por una operación de rotación de líderes cuestionados y que ha dado lugar a tildar su gabinete como »el viejo y nuevo gobierno».
Los próximos tres años de gobierno de Brahim Ghali no estarán exentos de tensiones, la permanencia de los mismos dirigentes desde hace cuatro décadas en una »ruleta rusa de cargos» sigue sin ser bien vista a ojos de los ciudadanos, y tampoco inspiran la confianza y cohesión necesitadas que sí hubiera proporcionado un gobierno reformado en el estricto sentido de la palabra.
Pero el análisis de los seis años desde que Ghali accedió al poder revelan que su huella no será fácilmente olvidada. Tanto como su primera y última legislatura fueron históricas para el pueblo saharaui; entre otros éxitos el TJUE falló a favor del Frente POLISARIO, se sucedieron amplios reconocimientos diplomáticos y participaciones en foros multilaterales, así como la decisión de la reanudación de la lucha armada, que logró sacar al conflicto saharaui del túnel oscuro sin salida en el que se encontraba desde hace tres décadas. Todos y cada uno de estos eventos se sucedieron bajo el liderazgo de Ghali, aunque también hubo tragos amargos como la apertura de consulados en las zonas ocupadas, la posición promarroquí de España, la delicada situación interna, el relevo generacional y la ausencia de una visión de futuro frente a las múltiples amenazas en auge contra los intereses nacionales.
Con estos y otros expedientes, el reelegido presidente saharaui internamente se enfrentará a una creciente presión popular por resultados tangibles y la desconfianza generalizada hacia el liderazgo, reflejada en la pérdida incesante de electores señalada anteriormente. Externamente, el principal desafío será desenmarañar el Plan de Arreglo de la ONU, por ello deberá adoptar un enfoque de línea dura frente a Marruecos, en particular en lo que se refiere a acciones militares. Queda por ver cómo se desenvolverá el Presidente y su gabinete ante los desafíos venideros.
Origen: Brahim Ghali abrió la veda a la disputa política en el Frente POLISARIO