Nació en un campamento en Tindouf en Argelia. ”Soy ingeniera, política y activista pero, sobre todo, soy refugiada”. No se nace refugiado, es una circunstancia temporal, que acontece, que ocurre en el momento en el que tu vida se ve amenazada y te ves obligado a huir. Pero el pueblo saharaui es una excepción, ellos nacen ya refugiados, privados de derechos y apátridas.
“Naces y no tienes el contexto de la realidad. Naces con dificultades, pero las asumes como normales. Son las circunstancias que conoces, lo asimilas y no tienes opciones. Naces mayor. Mi madre y mi abuela se separaron en la marcha verde, mi abuela se fue a Mauritania y mi madre a Argelia”. Explica que su madre bloqueó muchos de sus recuerdos. Tesh se crio con la esperanza de la tierra prometida. “Crecemos alimentando un vínculo identitario hacia algo que no hemos visto nunca, sin embargo, no sentimos añoranza pues es algo que no hemos conocido realmente. Cargamos con los recuerdos de la guerra de nuestros mayores y arrastramos su frustración, aunque no hayamos tenido esas vivencias”.
Tesh habla a toda velocidad y rocía la conversación con sonrisas. Pero sabe de lo que habla y procura dedicar mucho tiempo a la reflexión. Su cabeza no para. “Es cierto que somos una sociedad muy precaria, no sabemos acumular cosas, por cultura, pero también por necesidad”. Los juguetes que traía al regresar de los veranos acogida en España, su madre los vendía para comer. “Nosotros con lo poco que teníamos vivíamos con dignidad. Vivíamos con austeridad, con carencias incluso, pero no vivíamos privados de libertad”.
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