ECS | Ahmed Salem.
Madrid (ECS). – Si bien es cierto que la actividad diplomática de la RASD ha vivido un impulso desde que estalló la guerra en el Sáhara Occidental, sigue habiendo sin embargo un elemento que merma y obstaculiza el proceso de logro de apoyos a la causa: El binomio RASD-Frente Polisario y su materialización en el exterior.
Frente Polisario es el movimiento de liberación nacional y RASD es el Estado al que aspira construir y lucha por liberar de la ocupación marroquí y recuperar su soberanía territorial, por lo que, y según la constitución saharaui, el Frente Polisario es el organismo que vehicula estos propósitos. La RASD emana del Frente Polisario y el Frente Polisario nació para tal razón. Ambos son el uno y el otro, y representan al mismo pueblo, obedecen al mismo objetivo y están bajo la misma dirección. En cambio, ante la comunidad internacional, al ecuación RASD-F.Polisario es aprovechada por varios países menoscabando el objetivo principal de la diplomacia saharaui: lograr más reconocimientos.
Hay países que reconocen a la RASD y otros al Frente Polisario, salvo que unos poseen embajadas y consulados y otros delegaciones, pero ofrecen los mismos servicios a los ciudadanos saharauis emigrados y ante las instituciones locales, siendo la diferencia puramente nominal. De esta forma, la »representación popular» recae en dos órganos en vez de uno, que, como se ha mencionado, la sociedad mundial convierte en una mera elección a criterio de sus intereses, pero siempre con previo conocimiento del pueblo representado. Esto revela dos problemas de suma importancia: allá donde se reconozca a la RASD se le resta potencia y privilegios como movimiento de liberación al Frente Polisario, y lo mismo en viceversa, donde se admita al Frente Polisario no se reconoce a la RASD, lo que le impide obtener reconocimiento internacional y apoyo político.
He aquí donde se halla la diferencia fundamental; reconocer a la RASD implica establecer relaciones bilaterales con el consiguiente respaldo político, sin embargo permitir la apertura de delegaciones saharauis no está ligado a apoyo político, más bien se centra en el apoyo humanitario, muchas veces, a expensas de mantener y perpetuar a espaldas el conflicto, este el caso por ejemplo de España, un estado que niega su responsabilidad en el conflicto, olvidando que la causa del sufrimiento de los saharauis fue la firma del infausto acuerdo que lleva por nombre su capital.
La instrumentalización que hacen de ella aquellos países que mantienen la actitud de »diplomacia declaratoria» respecto al conflicto del Sáhara Occidental nos revela el verdadero daño que hace a la causa saharaui. Bien para no enfadar a Marruecos o bien por otras razones. No tiene sentido dejar que los países fraccionen la representatividad en beneficio de la ocupación marroquí, en este sentido, es destacable el hecho de que la RASD pida un asiento en la ONU ya que pondrá a varios estados ante sus responsabilidades y aclarará si se adhieren o no a la legitimidad internacional.
Estar con el pueblo saharaui es estar con el derecho internacional, así lo dicen más de 30 resoluciones de Naciones Unidas, incluso antes ser reivindicado e invadido el territorio por Marruecos. La comunidad internacional no debería permitir que Marruecos base sus relaciones bilaterales en la aceptación y permisión de una ilegalidad internacional como lo es la anexión militar de un territorio ajeno. La estrategia marroquí del chantaje y de infundir miedo no debe arrojar a los países a evadir la legalidad internacional, ya que ésta fundamenta las mismas relaciones diplomáticas. Si cumplir con el derecho internacional es motivo de tensiones con el Reino de Marruecos, esto nos debería ilustrar acerca de la legitimidad de sus reivindicaciones territoriales así como de su seriedad y credibilidad en las relaciones internacionales. Sirva como ejemplo el aislamiento regional al que se enfrenta.
Es indudable que esta dualidad ha mermado, injustamente, la capacidad de obrar de la diplomacia saharaui, ya que también se le ha sumado la irracional sensibilidad marroquí mostrada por el tema saharaui en sus relaciones con el mundo y a través de una brutal ofensiva diplomática desde hace décadas. Por lo que se hace necesario revertir esta situación así como la falsa disyuntiva promovida por el estado marroquí: »O se está conmigo o se está contra la RASD.»
Origen: El binomio RASD-Frente Polisario y su materialización en el exterior.