En Rabat una guerra civil hasta ahora larvada ha estallado con consecuencias aún imprevisibles, en mitad de conspiraciones, secretos y alianzas con la vista puesta en la sucesión de Mohamed VI. Las dos agencias de inteligencia del reino se han declarado en armas: por un lado, la Dirección General de la Supervisión del Territorio (DGST), la inteligencia interna, liderada por Abdellatif Hammouchi; y, por otro, la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), la inteligencia exterior, bajo el mando de Yassine Mansouri, amigo cercano del rey Mohamed VI desde la infancia.

Y como detonante un hombre, declarado fugitivo en Marruecos y huido del país a través de España: Mehdi Hijaouy, exnúmero dos de la inteligencia exterior marroquí (DGED) y asesor durante cinco años de Fouad Ali el Himma —el verdadero hombre fuerte del palacio, el virrey y la caja negra del majzen, el círculo que rodea al monarca alauí—, es hoy el epicentro de una tormenta perfecta. Su caso judicial esconde, en realidad, una batalla sin cuartel entre los dos grandes servicios de espionaje del reino, con el telón de fondo de la futura sucesión al trono.
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