El estado de confusión de Marruecos respecto al conflicto saharaui muestra sus vulnerabilidades

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Salem Abdelhay.

 
ECS. Madrid. | De la ‘realpolitik’ que regía sobre la cuestión saharaui dominada por intereses económicos, hemos pasado actualmente a la ‘ambiguitypolitik’ dominada por el miedo a lo desconocido y la confusión; declaraciones contradictorias pidiendo el alto el fuego, ridículo contorsionismo jurídico-diplomático y diplomacia declaratoria exigiendo negociaciones de paz obviando que una de las partes, Marruecos, no muestra voluntad alguna y boicotea todas las oportunidades y esfuerzos, algo que sabe bien la ONU y la UE. Por lo tanto, estos ejercicios de presunto interés por el pueblo saharaui, en el fondo no son más que argumentos a favor del mantenimiento de la ocupación militar en la medida en que son declaraciones en línea con la posición marroquí, ya que técnicamente lo único que piden es el regreso al statu quo anterior que favorece a la potencia ocupante y sus aliados en el pillaje colonial. ¿Para qué sirve pedir y presionar negociaciones a un estado que niega obsesivamente la existencia del que ocupa y no muestra signo alguno de compromiso y voluntad para concluir el proceso de descolonización pacíficamente? ¿Qué sentido tiene presionar a Marruecos para negociar sobre el futuro del pueblo saharaui si su política exterior se basa en suprimir a los saharauis y a la República Saharaui? ¿Desde cuándo la potencia ocupante de un territorio se le otorga el derecho de negociar sobre un territorio que no le pertenece?
 
Las huidas hacia adelante son generalmente síntomas de una euforia artificial que basada en ilusiones o en una fantasiosa sensación de poder. Es cierto que las ilusiones del Gran Marruecos que persigue la monarquía marroquí hicieron creer al rey Mohamed VI que la operación de Trump-Kushner para ocultar el Sáhara Occidental a cambio de publicitar su relación con Israel, iba a hacer realidad un viejo sueño. Realmente creía en su sueño, sobre todo porque la fábrica de mentiras funciona a toda velocidad y le hizo creer que iba a ganar la partida. Una fábrica que funciona con el combustible de periodistas »contentadores reales» vinculados a redes en las que se mezclan espías de medio pelo y pequeños marqueses que hacen lucrativos negocios con Marruecos y en los territorios saharauis que ocupa. Cuando Israel entró en el círculo de los hipócritas sin esconderse, como lo hizo en los momentos en los que el Mossad trabajó mano a mano con los barbouzes del rey Hassan II para aniquilar a Ben Barka. Con tal apoyo, «nuestro» rey cree que puede pagar cualquier cosa. Por tanto, cedió naturalmente a su inclinación por apresurarse hacia adelante.
 
Marruecos ha hecho todo lo posible para hacer creer al mundo que el conflicto del Sáhara Occidental no existe, es artificial, una «creación» de Argelia, sin embargo, es el eje central de la política de trueque entre Marruecos e Israel, que ha introducido un elemento en la región que aumenta considerablemente la tensión con todos sus vecinos, especialmente Argelia. También constituye el eje central de la diplomacia del maletín desplegada en el Parlamento Europeo y en ciertos países Latinoamericanos. Mohamed VI cree que tiene un comodín con Israel cuando más bien servirá como peón de Israel para crear y promover disputas entre los Estados árabes, pero ciertamente no entre los pueblos, lo cual es más importante porque la vida de los poderes se cuenta por temporadas y la de los pueblos es eterna. Y la lucha del pueblo saharaui se inscribe aquí.

 

Marruecos pone el grito en el cielo por los posibles drones que adquirirá el Frente POLISARIO mientras se arma con los de Israel y Turquía, luego, ¿lo que es legal para Marruecos no lo es para los demás? El pasado mes de Octubre, Marruecos, a través de su representante permanente en la ONU, Omar Hilale, amenazó con que si el Frente POLISARIO adquiere drones y los utiliza, invadirá el resto del territorio saharaui. Una amenaza poco creíble dadas las consecuencias militares y políticas que desencadenaría al amenazar la existencia del estado saharaui por un lado, y por otro lado, porque es sencillamente una declaración impulsada bajo la presión del miedo a lo desconocido, pues fue el mismo Rabat el que se quejó el año pasado a la ONU de que el Frente POLISARIO había efectuado 724 operaciones con drones contra el muro militar en la región de Mahbes y Hauza, sin embargo no hubo por entonces una »respuesta militar adecuada» salvo bombardeos indiscriminados contra civiles y convoys mercantes que cruzan el paso hacia y desde Mauritania y Argelia.

Aquel que es reconocido por dos resoluciones de la ONU como fuerza ocupante ilegal del Sáhara Occidental, cuyos drones han asesinado ciudadanos de todos sus vecinos, acusa de terrorismo a un movimiento de liberación nacional reconocido por la ONU que ejerce su legítimo derecho a la defensa, mientras olvida su apoyo a grupos terroristas como DAESH, AQMI (JNIM) y su turbia relación con los terroristas del 11-M de Madrid.

Aquel que suplica que Argelia debe participar en las negociaciones en formato de mesas redondas como parte del conflicto por su invariable papel de apoyo al pueblo saharaui, olvida que el Frente POLISARIO, bajo la misma premisa, podría exigir también la participación de Francia, España o de EE.UU por su declarado apoyo y esfuerzos en el mantenimiento de una anexión ilegal. Aquel que se queja del gasto que hace Argelia al financiar al Frente POLISARIO definiéndolo como »promover un conflicto artificial», olvida que gasta cinco veces más solamente por el coste de las operaciones militares y el mantenimiento de decenas de miles de soldados de las FAR en el muro militar en la región que mantiene anexada, sin contar la »diplomacia del maletín» y las operaciones de influencia mediática.

Pese a la opacidad del régimen marroquí, las estadísticas del Tesoro marroquí reflejan un considerable gasto en el Sáhara Occidental ocupado: desde 1978 hasta 1992, Rabat destinó casi dos mil millones de dólares a las zonas ocupadas, acaparando la operación de PhosBucraa el grueso del gasto. En el mismo contexto, durante el periodo de pleno apogeo de guerra (1985-1991) las cifras estimaban un desfalco de 1 millón de $ por cada día. Este continuo goteo millonario para el mantenimiento de una invasión militar ilegal ha ido en ascenso en la medida que aumentaba la población, si bien los gastos militares se redujeron desde el alto el fuego de 1991, éste en cambio supuso el pistoletazo de salida a inversiones en infraestructuras de dudosa rentabilidad y legalidad. De nuevo en 2020 con el restallido de guerra, el gasto militar crece considerablemente; en el 2021 incrementó en un 30% y en el 2022 efectuó la mayor inversión militar en su historia (4.800 millones de $). Un gasto militar completamente incompatible con su PIB y con su renta pér cápita que nos obliga a preguntarnos si Marruecos se está armando o lo están rearmando. En cualquier caso, la carrera armamentística será incapaz de soportarla en el largo plazo. La UE y varios países impotentes de la cuenca mediterránea son perfectamente conscientes de la importancia de tener un Magreb estable por imperativos de seguridad nacional y por inteligencia económica, y esto solo puede lograrse acabando con la vigente ocupación de uno de sus miembros por otro. ¿Qué sería de la UE con un Magreb plenamente integrado y cohesionado, pudiéndole suministrar el doble de gas (Argelia) y fertilizantes (República Saharaui) en un momento como éste en el que escasean?

Es importante recordar que para Marruecos es económicamente ineficiente hacer la guerra; mantiene tres cuartas partes de su ejército en la región que ocupa con los correspondientes gastos de transporte y mantenimiento, y sus acciones se limitan a esporádicos ataque con drones, diez veces más costosos que el objetivo atacado.

Los años de la primera guerra, la paz con Mauritania y el desgaste causado a Marruecos durante dieciséis años dejaron una valiosa experiencia operativa, especialmente para nuestros mandos medios y superiores, que son quienes conducen las operaciones de hoy día en una guerra asimétrica en la que la acumulación de costes para el enemigo deberá emerger como la opción más conveniente para lograr doblegar al esquema de ocupación marroquí, cuya fuerza militar es superior a las fuerzas armadas de la RASD, aunque conviene diferenciar entre poder militar efectivo y capacidad demostrada. El potencial de las fuerzas saharauis solo está limitado por los medios materiales, por lo que aplicando la inteligencia táctica, el ELPS podrá imponer la disuasión y cambiar las reglas del juego si golpea enclaves y emplazamientos cruciales.

Todas las guerras van de costes; coste social, económico, político y diplomático, de los cuales los que mayor relevancia adquieren son los tres últimos. Sale victorioso por tanto aquel que más costes soporta en un periodo de tiempo extendido sin afectar sus capacidades. Contrariamente a lo que se cree, el Ejército de Liberación Saharaui mantiene ininterrumpidos sus ataques contra el muro marroquí desde el 13 de Noviembre de 2020. Recuérdese que Marruecos, en la primera guerra de liberación (1975-1991), a los cuatro años de su inicio ya comenzaba a quejarse del desgaste »que le impone el Frente POLISARIO».

La ceguera estratégica de Marruecos solo tiene cabida en las ansias de sus políticos y ministros en contentar al pequeño rey imprudente, esta misma ceguera se refleja en el hecho de que Rabat interpreta erróneamente a los saharauis creyendo que no pueden avanzar más allá del muro militar cuando en realidad controlan el curso, intensidad y localización de la guerra con armas clásicas y convencionales e infringiéndole costes todos los días. Respecto a la dimensión económica, las arcas de Marruecos no aguantarán por mucho tiempo antes de descalabrar, con una guerra abierta en concurso con inflación creciente además de una deuda exterior en cifras récord, pudiéndose considerar esto último como la evidencia de graves problemas de financiación, además de que la acción jurídica del Frente POLISARIO defendiendo los recursos naturales saharauis, que espera una sentencia en el 2023, alterará el comercio, divisa y PIB marroquí al destruir la llamada »economía de colonización». A todo esto hay que sumarle la crisis energética en la que está sumido desde que Argelia le cerró el grifo del gas y le declaró la guerra económica con una estrategia »a fuego lento» que pasa por esperar a que Rabat se desangre económicamente comprando GNL. En relación al aspecto político y diplomático, el coste va de mantener a los aliados unidos, y lejos de este principio, superan la decena los enfrentamientos y tensiones en los que está sumido Marruecos con otros países, incluso los supuestamente aliados, registrando un desgaste diplomático sin precedentes y sin victoria definitiva alguna en plena descomposición y reformación de bloques como resultado de la guerra en Ucrania, logrando únicamente quedar más aislado, pues ningún país ha seguido el tuit de Trump en el que citaba una supuesta soberanía marroquí, todo esto sin mencionar aún el Pegasus y el caso Marocgate. Como coste social se señala también la ardua tarea de mantener la moral de tu ejército, en cambio, tres cuartas partes de las tropas marroquíes están destinadas al Sáhara Occidental, y éstas se encuentran parapetadas en el muro militar que divide el país bajo órdenes estrictas de no salir al exterior de los atrincheramientos subterráneos, limitándose a esperar los misiles saharauis o alguna operación terrestre, lo que psicológicamente es extenuante. Aquí también incluimos la voluntad popular marroquí, que ha cerrado un 2022 siendo el año en el que más manifestaciones se llevaron a cabo pese a la represión del régimen.

Sabemos por la historiografía que el régimen marroquí vincula su existencia a la ocupación del Sáhara Occidental, y por la misma historiografía sabemos también que Mauritania acabó muy mal parada tras enfrentarse a los saharauis, y como se puede comprobar, la cuestión del Sáhara Occidental va poco a poco agujereando a la economía marroquí así como su capacidad de influencia diplomática al mostrar su punto más débil, sin embargo, un Marruecos cegado e intransigente huye hacia delante y evita la puerta de la legalidad internacional, por lo que es inevitable preguntarse ¿Qué será de Marruecos cuando acabe la guerra? ¿Quién financiará su raquítica economía y reconstrucción? ¿Se abrirá una nueva ventana de oportunidad con la entronización del sucesor de Mohamed VI?

Origen: El estado de confusión de Marruecos respecto al conflicto saharaui muestra sus vulnerabilidades