“El silencio sobre el Sáhara Occidental en esta RAN no es diplomacia: es rendición política ante la ocupación.”
“España no fortalece su posición internacional aliándose con el ocupante, sino lo que hace es renunciar a la legalidad que dice defender.”
La XIII Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos, celebrada hoy en Madrid bajo la presidencia de Pedro Sánchez y Aziz Ajanuch, llega marcada por un elemento central que no figura en la agenda oficial pero que condiciona todo el encuentro: la normalización de la ocupación del Sáhara Occidental y el abandono por parte del Gobierno español de sus obligaciones como potencia administradora. Así lo denuncia la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS-Sahara) en un comunicado de extraordinaria claridad que subraya lo que esta cumbre pretende ocultar: el coste político, jurídico y moral de privilegiar la relación con Marruecos sobre los derechos fundamentales del pueblo saharaui.
Según la información facilitada por el propio Gobierno, la RAN culminará con la firma de cerca de una decena de acuerdos en ámbitos como migración, educación, cultura, economía verde e infraestructuras. Una arquitectura que se presenta como una “asociación estratégica privilegiada”, pero que, como recuerda CEAS-Sahara, se edifica sobre una renuncia deliberada: España estrecha lazos con una potencia ocupante mientras ignora la represión, el expolio y las violaciones sistemáticas de derechos humanos que Marruecos comete en el territorio saharaui.
Para CEAS-Sahara, esta cumbre no es un ejercicio de diplomacia racional, sino la confirmación de una pleitesía inaceptable. España reconoce de facto que los intereses comerciales y la estabilidad bilateral pesan más que su responsabilidad histórica y jurídica con un territorio aún pendiente de descolonización. La RAN se convierte así en un aval político que premia al ocupante, un mensaje que —en palabras de la Coordinadora— resulta catastrófico: los derechos humanos se desvanecen cuando interfieren en la agenda estratégica de Madrid y Rabat.
Uno de los aspectos más graves señalados por CEAS-Sahara es el abandono de la posición histórica española respecto al derecho a la autodeterminación. Ni una sola referencia al Sáhara Occidental en la agenda pública de la cumbre. Ninguna condición vinculada a derechos humanos o a las resoluciones de la ONU. Ningún gesto hacia la población saharaui o hacia las decenas de activistas encarcelados bajo la ocupación. La política exterior española ha asumido plenamente, y sin rubor, la narrativa marroquí, desplazando a la ciudadanía saharaui a una zona de silencio diplomático que favorece únicamente a Rabat.
El comunicado advierte también de las consecuencias internacionales de esta deriva: España pierde credibilidad en su defensa del derecho internacional mientras ignora más de 50 resoluciones del Consejo de Seguridad que amparan el proceso de autodeterminación. La incoherencia entre discurso y práctica —reivindicar el orden internacional y al mismo tiempo respaldar al ocupante— erosiona la autoridad moral del Estado y lo coloca en una posición de complicidad activa con la perpetuación del conflicto.
No es casual que CEAS-Sahara describa esta cumbre como un proceso cimentado sobre la injusticia y el sufrimiento. Cada acuerdo firmado hoy tiene una dimensión más profunda: consolida una relación bilateral construida a espaldas del pueblo saharaui, refuerza la arquitectura de dominación y envía un mensaje de abandono a quienes viven divididos por el muro militar más largo del planeta. En este contexto, el silencio español no es diplomacia: es renuncia.
La Coordinadora exige al Gobierno que recupere su papel como garante del proceso de descolonización, que condicione cualquier avance en la relación con Marruecos a progresos reales en derechos humanos y que sitúe la legalidad internacional —y no la presión geopolítica— como base de su acción exterior. Mientras España continúe subordinando sus obligaciones a intereses económicos de corto plazo, la estabilidad que busca será siempre artificial y profundamente injusta.
La XIII RAN se presenta oficialmente como un éxito. Para quienes conocen el fondo del conflicto, es otra cosa: la escenificación de una política exterior que ha decidido mirar hacia otro lado mientras Marruecos consolida la ocupación del Sáhara Occidental. Y, como recuerda CEAS-Sahara, ningún proyecto político basado en la negación de un derecho fundamental puede dar frutos duraderos. La justicia no se negocia, y la paz no se construye silenciando a un pueblo.

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