Un favor a Argelia que envenena la relación con Marruecos
Gali, jefe de un Estado que reconocen más de 80 países (entre los que no están España ni la UE), llegó el 18 de abril a la base aérea de Zaragoza, a bordo de un avión medicalizado de la Presidencia de Argelia. Fue recogido en una ambulancia y trasladado con escolta policial al hospital San Pedro de Logroño. El líder del Polisario, según las fuentes consultadas, entró en España con su identidad y pasaporte diplomático, aunque se registró en el centro sanitario bajo el nombre supuesto de un ciudadano argelino, por razones de seguridad.
Fue el ministro de Exteriores argelino, Sabri Boukadoum, que el 29 de marzo había realizado su primera visita oficial a Madrid, quien trasladó a principios de abril la petición de auxilio: el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Gali, estaba gravemente enfermo de covid, en peligro de muerte, por lo que rogaba su hospitalización en España.
La delicada petición se analizó al máximo nivel y, pese a las reticencias del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se le dio luz verde “por razones estrictamente humanitarias”, según fuentes diplomáticas, y dado el carácter estratégico de las relaciones con Argelia, primer suministrador de gas al mercado español. Algunas fuentes señalan que la petición ya había sido rechazada por Alemania; otras apuntan a que Argelia no quiso abusar de la generosidad de Berlín, pues el presidente argelino, Abdelmadjid Tebbone, ha pasado tres meses de los últimos seis en un hospital germano recuperándose del coronavirus.
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