Madrid, 19 Septiembre de 2020.-(ECSAHARAUI)

Por Lehbib Abdelhay/ECS

En un mundo globalizado, el surgimiento de nuevas amenazas como el narcotráfico procedente de Marruecos, el terrorismo yihadista, que se alimenta de la droga, y el crimen organizado transnacional, han puesto en jaque la seguridad de los Estados de casi todo el norte de África, África Occidental y la zona del Sahel. Si bien no afecta de manera directa a la integridad territorial y la soberanía de la República Saharaui, genera incertidumbre y representa riesgos para la paz, los ciudadanos, los valores y las instituciones democráticas y la economía.

Todos estos elementos configuran un sistema de seguridad complejo enfrentado a eventos de características imprevisibles y dotado de instrumentos y actores interconectados, lo que supone un desafío a la formulación de una política pública efectiva para combatir la droga marroquí.

La creciente penetración del cannabis marroquí en la región del África Occidental en general y del Magreb en particular para desde ahí saltar a Europa y a África subsahariana, está además haciendo temer a fuerzas de seguridad de varios países que dicho tráfico, hasta tiempos recientes ajeno a la zona, penetre las redes que ya traficaban con otras drogas o con seres humanos (inmigrantes) así como las células terroristas.

A pesar del status quo político, los beligerantes respetan el alto el fuego que entró en vigor el 6 de septiembre de 1991. Pero durante la última década, los soldados del Frente Polisario se han metido en una guerra contra nuevo enemigo: los narcotraficantes.

En este sentido, el rol desempeñado por las unidades saharauis especializadas en la lucha contra el narcoterrorismo y el narcotráfico en la región ha sido ampliamente discutido a nivel nacional y regional. Es importante destacar que este análisis no pretende ser excluyente ni exhaustivo, sino que tan sólo intenta delinear y comparar las principales actuaciones de las autoridades saharauis contra el narcotráfico en los últimos años.

El combate contra el crimen organizado y los delitos complejos exige el permanente fortalecimiento de las capacidades institucionales saharauis.

Asimismo, se estipula que el instrumento militar de la Defensa Nacional saharaui se compone del Ejército (el mayor aparato militar desplegado a lo largo del muro marroquí y se encarga de salvaguardar la soberanía nacional), las unidades especiales contra el narcotráfico y el crimen organizado, la gendarmería nacional saharaui y las fuerzas de seguridad y reconocimiento. En concreto, las funciones específicas de todas estas fuerzas son las de «… alistar, adiestrar y salvaguardar la sobenía nacional.

Por la naturaleza de las amenazas en la región, ela RASD ha previsto una acción conjunta, coordinada y articulada de las unidades especiales contra la droga, las fuerzas armadas saharauis y las autoridades políticas, en el marco de un estrecho colaboración entre las diferentes ramas de seguridad. En este sentido, el Frente Polisario consolida el control territorial sobre los territorios liberados del Sáhara Occidental «mediante el fortalecimiento de la infraestructura y repoblación y de las capacidades militares, logísticas, de contrainteligencia, dotación y capacitación de las fuerzas armadas y las unidadades militares creadas para este fin».

Una postura estratégica de defensa firme conlleva el implícito fortalecimiento de las capacidades de las unidades militares contra la droga y las fuerzas armadas para preservar la soberania de la república saharaui, concretar los objetivos y el comportamiento de una amenaza inminente procedente del enemigo, con el fin de desarticularla o neutralizarla.

Este tráfico transnacional de drogas está controlado por redes criminales conectadas a grupos terroristas que están activos en el Sahel. En octubre de 2019, en su último informe sobre la situación en el Sáhara Occidental, el Secretario General de la ONU reconoció la existencia de estas redes de tráfico que, en su opinión, representan una amenaza para el personal de mantenimiento de la paz.

El Majzén, el mayor patricinador de resina de cannabis

El Majzén es dueño de un sinfín de negocios creados exclusivamente para lavar dinero y mantener el control sobre el pueblo marroquí. Sus principales inversiones se concentran en el sector inmobiliario tanto en Marruecos como fuera del Reino, de ahí sus propiedades en París, en el sur de España y probablemente en países europeos.

Este clan supera en mucho a los cárteles de América Latina y Europa en ganancias netas por el trasiego internacional de narcóticos, amasando cada año cientos de millones de dólares.

El Majzén continúa siendo la agencia de Estado más poderosa en términos de capacidad militar, influencia política y control sobre los principales corredores de la droga.