El texto que circula en Nueva York y que fuentes diplomáticas atribuyen a la delegación de Estados Unidos constituye uno de los mayores retrocesos jurídicos y políticos en la historia del expediente del Sáhara Occidental. Bajo un lenguaje diplomático aparentemente equilibrado, el documento pretende redefinir el conflicto como una simple disputa política entre “partes interesadas”, eliminando su carácter de proceso de descolonización pendiente reconocido por la ONU desde 1963.
1. Una relectura ilegal del mandato de la ONU
El borrador comienza “recordando sus resoluciones anteriores”, pero omite de forma deliberada las resoluciones fundacionales del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General —658 (1990) y 690 (1991)— que establecieron la MINURSO con un mandato claro: organizar un referéndum de autodeterminación.
La omisión no es casual: al no mencionar el referéndum, el texto reinterpreta el mandato de la MINURSO como una misión de apoyo político al “plan de autonomía marroquí”, vaciando su contenido original.
2. La falsa “autodeterminación” bajo soberanía marroquí
El documento dice reafirmar “el principio de autodeterminación”, pero acto seguido lo redefine dentro del marco de la soberanía marroquí, afirmando que una “autonomía genuina dentro del Estado marroquí es la solución más viable”.
Esa fórmula es jurídicamente contradictoria: no puede existir autodeterminación dentro de una soberanía impuesta. El derecho internacional —desde la Resolución 1514 (XV) de 1960 hasta la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia de 1975— reconoce que el pueblo saharaui tiene derecho a decidir libremente entre independencia, integración o libre asociación, no a ser administrado “autónomamente” por la potencia ocupante.
3. Trump como “pacificador”: el regreso de la geopolítica colonial
El párrafo cuarto del borrador es revelador. “Acoge con satisfacción el liderazgo del presidente Trump en la resolución del conflicto”, una expresión ajena al lenguaje de la ONU e impropia de un texto multilateral.
Reconocer el papel de Trump equivale a legitimar la declaración unilateral de diciembre de 2020, mediante la cual el entonces presidente estadounidense reconoció la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, violando las normas internacionales sobre no reconocimiento de anexiones territoriales.
Reintroducir ahora esa fórmula en un texto del Consejo de Seguridad es un intento de institucionalizar la política del trueque: el reconocimiento de la ocupación a cambio de la normalización con Israel.
4. La exclusión del Frente Polisario como sujeto del derecho
Aunque el texto menciona al Frente Polisario entre los interlocutores del Enviado Personal, en ningún momento lo reconoce como el legítimo representante del pueblo saharaui, como establece la Resolución 34/37 de la Asamblea General.
Reducirlo al rango de “parte” o “grupo” político implica negarle su estatus jurídico internacional, diluyendo su papel en el proceso de descolonización y colocando a Marruecos y al Polisario en un mismo plano, como si se tratara de un conflicto fronterizo entre Estados.
5. Una manipulación del mandato de la MINURSO
El punto 1 prorroga el mandato de la MINURSO solo hasta el 31 de enero de 2026, rompiendo la práctica establecida de renovaciones anuales.
Esa reducción temporal busca forzar un calendario político exprés: tres meses para que las partes negocien sobre la base del plan marroquí, bajo amenaza de transformar o incluso suprimir la misión.
El punto 5 exige además al Secretario General “recomendar la transformación o terminación de la MINURSO” en función de los resultados de las negociaciones, lo que supone condicionar la existencia misma de la misión a la aceptación del marco marroquí. En la práctica, se trata de un chantaje institucional.
6. La subordinación del proceso de paz a Washington
El texto agradece expresamente a Estados Unidos su disposición a acoger las negociaciones. De ese modo, traslada el proceso de paz desde el marco multilateral de la ONU a un marco bilateral bajo patrocinio estadounidense, lo que neutraliza la función del Secretario General y su Enviado Personal.
Este intento de apropiación política del proceso contradice la práctica de Naciones Unidas desde 1991 y transforma una cuestión de descolonización en un expediente de influencia geopolítica.
7. Consecuencias jurídicas y políticas
Si este texto fuera aprobado —aunque su adopción no parece segura por el posible veto de Rusia o China— tendría consecuencias graves:
- Desnaturalizaría la MINURSO, eliminando de facto la referencia al referéndum.
- Reconocería implícitamente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
- Excluiría al pueblo saharaui de su propio proceso de autodeterminación.
- Sentaría un precedente que permitiría a potencias ocupantes “resolver” ocupaciones mediante fórmulas de autonomía tuteladas.
8. La respuesta saharaui: firmeza y claridad
El Frente Polisario ha reaccionado con contundencia, recordando que ningún documento de Washington puede sustituir el mandato del Consejo de Seguridad ni el derecho internacional.
Como declaró Sidi Mohamed Omar, “el destino del pueblo saharaui no está en manos de los Estados Unidos ni de Francia, sino en manos del propio pueblo saharaui”.
El diplomático saharaui también subrayó que esta maniobra confirma la coherencia histórica del apoyo estadounidense a la ocupación, desde Henry Kissinger hasta Donald Trump, pasando por cada administración que ha mantenido la ayuda militar y diplomática a Marruecos.
9. Conclusión: un intento más de borrar la autodeterminación
El borrador estadounidense no es una propuesta de paz, sino una estrategia para cerrar el conflicto sin resolverlo, imponiendo un marco colonial maquillado de autonomía.
Pero la autodeterminación del pueblo saharaui no depende del calendario político de Washington ni de los intereses de París.
Depende del derecho internacional, de la resistencia de un pueblo y de la solidaridad de quienes no aceptan que el “realismo político” se imponga sobre la justicia.
Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”