Siempre creí en los valores humanos como principio básico de respeto y convivencia entre las diversas culturas que habitan en este planeta. Si unos pueblos llegaron desde el Atlántico norte y el Mediterráneo, otros llegaron desde el mar Rojo o el mar Negro. De esa mezcla beben las lenguas y tradiciones que hoy vemos en nuestras ciudades.

No hay una lengua hoy en la tierra que no haya incorporado nuevos términos. En el caso de la lengua hasanía que se habla en el Sahara Occidental, se escribe en alfabeto árabe y tiene palabras de origen Sanhaya de los grupos bereberes que introdujeron el dromedario en África. Un animal que sirvió como medio de transporte para los largos desplazamientos que se hacían de oasis en oasis.

No hay un pueblo en la tierra que no haya usado la palabra para comunicarse. Los saharauis lo hacían a través de extensos poemas que memorizaban e iban conservando de generación en generación. En esos poemas estaba escrita la historia de un pozo, de una montaña, de una mujer o de un hombre.

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