Una de las manifestaciones en apoyo al pueblo del Sahara de los últimos días. Iker Azurmendi
ITXASO ANTOÑANA AZCÁRATE
Llevo muchos días intentando poner palabras a todos los sentimientos encontrados que tengo, y, curiosamente, no he encontrado ninguna. Ayer, vía telefónica, me despedía de uno de mis hermanos pequeños.
Con 18 años se ha visto obligado a cambiar las clases para acceder a la universidad por la escuela militar. Hoy, me han llegado las fotos del momento en el que se marchaba y llevaba la misma mochila con la que iba al cole, pero sin libros. Con unos calzoncillos guardados en ella y sin apenas ropa de abrigo, se ha despedido de parte de su familia, la que vive en los campos para personas refugiadas situados en Tinduf, Argelia.
Vía telefónica se ha despedido de otra de sus hermanas que vive actualmente en el Estado español. No se ha podido despedir de la familia que vive en los territorios ocupados ilegalmente por Marruecos y legitimado por el Gobierno español.
Esta familia se encuentra al otro lado del Muro de la Vergüenza de más de 2.700 kilómetros que divide ilegalmente el Sáhara Occidental, mata y mutila a personas inocentes y, además, sigue separando familias desde hace más de 40 años. Y también se ha despedido de nosotras, su familia de Navarra que nos unió el programa Vacaciones en Paz. Curioso nombre. Ahora nos despedimos por la guerra.
No voy a recordar los acontecimientos históricos que preceden esta situación, no me queda fuerza. Es inimaginable el dolor que tiene que estar viviendo su madre y padre al enviarlo al frente. Guerra que ellos y ellas mismas vivieron siendo peques, y que sus madres cuentan cuando hablan del éxodo obligado al que se vieron sometidas tras el abandono y venta por parte del Estado español a Marruecos y Mauritania. Inimaginable el miedo de su hermana más pequeña, con la que, además, comparten un vínculo muy especial. Con 9 añitos se está despidiendo de su referente: el que iba a ir a la universidad. Pero solo es una de sus despedidas. A ella le ha tocado despedirse de todos y cada uno de sus primos que se han apuntado de manera voluntaria para «luchar por su país». Pronto se despedirá de otro de sus hermanos y seguramente, de otras hermanas.
A los gobiernos y demás representantes políticos: no queremos palabras. 29 años esperando es mucho. Sobreviviendo en el exilio, es inimaginable.
¡Sáhara Hurra!