Hace unos meses, con la violación del alto el fuego, firmado en 1991 entre Marruecos y el Frente Polisario, regresaban los enfrentamientos armados al territorio no autónomo del Sahara Occidental.
Por: Alberto Maestre Fuentes| El Minuto en España
Durante unas semanas, la última colonia de África, volvía a acaparar la atención de los grandes medios de comunicación internacionales y de los gobiernos occidentales.
Cuando parecía que se volvía al silencio informativo sobre el Sahara Occidental, tal como lo hemos conocido desde hace décadas, la decisión del presidente saliente estadounidense Donald Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio saharaui, saltándose con ello la legalidad internacional y haciendo un flaco favor al prestigio de su país, conseguía que volviese a ser noticia internacional.
A partir de aquí si Marruecos pretendía que el reconocimiento de su ilegal ocupación del Sahara Occidental, se viera respaldado por la mayoría de los estados, ha fracasado estrepitosamente.
Estaba tan convencido de ello y de su éxito final en la anexión del Sahara Occidental que ya comenzaba a reactivar sus próximas reivindicaciones territoriales, esta vez a costa de España, la potencia administradora del Sahara Occidental, según informes de las Naciones Unidas.
Así, el primer ministro marroquí, Saadeddine El Othmani, en una entrevista dada a una televisión egipcia, días después del insólito anuncio de Trump, manifestaba que Ceuta y Melilla eran marroquíes como el Sahara y que la “ocupación” de dichas ciudades duraba demasiado tiempo, en concreto “cinco o seis siglos”.
Pero al final no sólo no han llegado más reconocimientos internacionales a su ocupación, tampoco se han abierto la multitud de consulados en las ciudades bajo su control del Sahara Occidental que los ocupantes preveían.
La ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación española, Arancha González Laya, reaccionó de forma rápida y contundente, ante el anuncio de Trump, y dejó claro que la “solución del problema del Sahara Occidental no dependía de la voluntad o de una acción unilateral de un país, por muy grande que este país sea, sino que el centro de gravedad está en la ONU”.
Es hora que España defina y asuma su papel en este asunto y se comprometa en su solución y no primar, por encima de todo, sus relaciones bilaterales con Marruecos a costa de la legalidad internacional. Que actué como lo que es. La potencia administradora de iure del Sahara Occidental.
No se puede fortalecer a un país que no oculta sus apetencias territoriales sobre el tuyo.
España no puede obviar que si África no a cerrado su etapa de descolonización es precisamente por como actuó finalmente en su antaño provincia del Sahara español, sin respetar sus compromisos adquiridos de celebrar un referéndum de autodeterminación.
Ahora sería la ocasión de que España se replante su política en el caso saharaui y asuma su rol, de una vez por todas.
Si sigue como hasta ahora, apoyando en la práctica a Marruecos en su ocupación del Sahara Occidental, ya sabe a que se enfrentará en un futuro. Ya lo dijo el primer ministro marroquí. Más claro, imposible.
Por otra parte, la Unión Europea a dejado claro que hay que respetar las resoluciones de la ONU y la Unión Africana en cuanto a este conflicto de descolonización, el cual pasa siempre, por el derecho inalienable del pueblo saharaui a ejercer la autodeterminación.
Marruecos al romper unilateralmente, el alto el fuego, le ha dado una oportunidad de oro a los saharauis que evidentemente no desaprovecharan para desencallar este conflicto que dura demasiado tiempo. (…)
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