También en aquella ocasión, prácticamente todos los partidos del arco parlamentario (a excepción del propio PSOE) pidieron reiteradamente a Sánchez una explicación de su inesperado y unilateral volantazo en la política de España hacia el Sáhara Occidental y su sumisión a las exigencias de Marruecos (la propuesta “más seria, realista y creíble”). Demandas éstas a las que el presidente eludió responder, también reiteradamente, a los representantes de la soberanía popular, guardando un hermetismo absoluto.
La cuestión del Sáhara explota una y otra vez, en un bucle interminable
Conviene recordar la frustración, incomprensión y rechazo que había provocado -también entre los propios militantes socialistas de base– el inaudito giro unilateral de Pedro Sánchez en la política exterior de España respecto a su antigua colonia, que generó indignación y vergüenza en gran parte de la ciudadanía y a la que Sánchez y su ministro Albares respondieron con el silencio. Nada tiene de extraño que, aunque los grandes medios olviden estas cuestiones en sus análisis de los resultados electorales, ese comportamiento sanchista haya creado un malestar de fondo proclive a una maldición ciudadana del tipo “nos veremos en las elecciones” o “a la hora de votar, el Sáhara se tiene que notar”, como creemos que, efectivamente ha sucedido.
De hecho, en la campaña electoral, varios de los mítines en los que participaba el presidente Sánchez fueron interrumpidos por ciudadanos indignados que portaban banderas saharauis al tiempo que increpaban al presidente por la traición al Pueblo saharaui. Esos activistas fueron expulsados del recinto y castigados con una amenaza de sanción (nada menos que 30.000 euros) en virtud de la Ley Mordaza, ley que el PSOE se había comprometido a derogar. Como no había sido derogada, sirvió para utilizarla como instrumento de represión contra quienes demandaban justicia para el pueblo saharaui. Ese proceder recuerda otros tiempos que creíamos superados.
No tenemos noticia de que los mítines de la campaña electoral del PSOE hayan sido interrumpidos por alguna otra cuestión que no fuera la traición al pueblo saharaui. De manera que ese es un aspecto bastante significativo de la campaña y del estado de ánimo de buena parte de la ciudadanía; cierto que desde mucho antes de la campaña, desde el momento mismo en que Mohamed VI decidiera que los españoles nos enterásemos, abochornados, de la vergonzosa carta que le había enviado secretamente nuestro presidente del Gobierno.
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