Traducción y adaptación a partir del artículo original publicado en Algérie Patriotique
Origen: “La déclaration imposée par Rabat à Sanchez annule de fait la visite de Tebboune en Espagne”, Algérie Patriotique.
La reciente Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos confirma lo que muchos sospechan desde el escándalo Pegasus: los servicios de inteligencia marroquíes mantienen una influencia decisiva sobre Pedro Sánchez, hasta el punto de imponer la lectura marroquí del conflicto del Sáhara Occidental en el corazón mismo de la política exterior española.
La declaración final publicada tras la visita del primer ministro Aziz Ajanuch no deja lugar a dudas. El texto fue redactado íntegramente por la parte marroquí y traducido palabra por palabra al español, consagrando el plan de autonomía como la única vía posible para el Sáhara Occidental. El presidente del Gobierno español no defendió la posición histórica de su país —basada en el derecho internacional y en la autodeterminación—, sino que asumió sin reservas los términos, el vocabulario y la lógica diplomática de Rabat.
Todo apunta a que Sánchez, convertido en rehén del chantaje marroquí, ni siquiera intentó recuperar el control del mensaje. La presencia de expresiones calcadas del francés —incluido un “pleinement” inexistente en la versión española de la resolución 2797, según fuentes españolas— demuestra que el documento se firmó tal como Rabat lo presentó. El jefe del Ejecutivo reproduce ahora conceptos como “controversia política”, una fórmula marroquí destinada a reducir un proceso de descolonización a un mero desacuerdo administrativo interno. El ocupante dicta las palabras; España las repite.
Este desplazamiento no es ya un matiz ni una ambigüedad diplomática: es un alineamiento total con el relato marroquí, iniciado en 2022 con la famosa carta de Sánchez a Mohamed VI. El presidente del Gobierno se aísla incluso dentro de España, donde ni sus socios políticos ni una parte importante de la opinión pública comprenden este giro. Todo indica que no actúa con libertad, sino bajo una presión constante alimentada desde Rabat desde la crisis Pegasus.
Las repercusiones regionales son igual de graves. Al asumir el discurso marroquí, Sánchez aleja todavía más la posibilidad de recomponer relaciones con Argelia. El presidente Abdelmadjid Tebboune, que ya dudaba en aceptar la invitación a visitar España, no tiene ahora motivo alguno para hacerlo. En Argel, esta declaración se interpreta como una traición estratégica: España se alinea con Rabat a costa del derecho internacional y de la estabilidad regional.
Pero la declaración va aún más lejos. España se compromete a coordinarse con Marruecos incluso dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, asumiendo en la práctica una posición completamente moldeada por Rabat. También valida sin reservas los proyectos africanos del régimen marroquí, incluidos aquellos que explotan recursos naturales en un territorio aún pendiente de descolonización. Y contribuye a presentar la ocupación del Sáhara Occidental como un mero asunto de seguridad, ocultando su naturaleza colonial tras palabras como “terrorismo” o “cooperación”.
En definitiva, la declaración firmada por Pedro Sánchez —pese al boicot de varios miembros de su propio Gobierno— demuestra que Rabat puede imponer su marco político a la actual dirección española sin encontrar resistencia visible. Sánchez aparece más que nunca como un dirigente que no controla ni su agenda diplomática ni la narrativa que difunde. En este asunto, España ya no habla con su propia voz, sino con la del Makhzen, que seguirá alimentando la ilusión de victorias imaginarias ante su opinión pública, convenientemente gestionada por Nasser Bourita y Omar Hilale, los dos hombres de confianza del régimen.
K. B.
Fuente original: Algérie Patriotique – Journal d’actualité Algérie Internationale.
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