El viaje de 20 jóvenes de Navarra al corazón de los refugiados saharauis

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La experiencia de 20 jóvenes navarros junto a los refugiados saharauis – Diario de Navarra

«Es un mundo completamente distinto; si no lo ves con tus propios ojos no te lo puedes imaginar», explican Iñaki Ordóñez y Luca Ciordia

Durante las recientes vacaciones de Semana Santa, una veintena de jóvenes navarros ha aprovechado su tiempo libre para viajar con una ONG hasta Tinduf, en Argelia, y conocer de primera mano durante diez días cómo viven los refugiados del Sáhara Occidental. Ya de vuelta en Pamplona, dos de ellos, Iñaki Ordóñez y Luca Ciordia, se han pasado por los micrófonos del podcast de Diario de Navarra Ecos de nuestra historia para relatar su experiencia. 

Sáhara occidental
Arriba, de izquierda a derecha: Lucas Iriarte, Amaia Altuna, Amaia Aldanondo, María López, Amaya Ordóñez, Marina Ordóñez, Paula Ordóñez, Bea Casanova, Patricia Ordóñez y Gunde Garralda. Abajo, de izquierda a derecha: Mayra Ayesa, Luca Ciordia, Álvaro Gastearena, Sergio López, María Iriarte, María Jiménez, Argiñe Unzué y Silvia Urra. No salen en la foto Iñaki Ordóñez e Imanol de Prada IÑAKI ORDÓÑEZ

¿Cuál fue vuestra primera impresión al llegar a Tinduf?

Luca Ciordia: Nada más bajarnos del avión, en el aeropuerto, nos encontramos con otro mundo comparado con el nuestro: es casi todo desierto y solo hay un edificio en el cual los trámites van muy lentos… ese contraste de infraestructuras nada más llegar fue bastante impactante.  Y también el viaje hasta la zona donde nos íbamos a alojar. Nos llevaron en un bus casi sin ventanas, al que casi le faltaban hasta las ruedas y era un desastre, y escoltados por la policía. No veíamos nada, porque era de noche, solo el desierto. Fue impactante. Al llegar y conocer a las familias que nos iban a acoger nos sorprendió que al menos un miembro de cada una hablara castellano. Pero al día siguiente, ya con luz del sol, ves la pobreza que hay allí, que las casas son un piso de piedra o ladrillo fabricados por ellos, muy precarias,  que hay cabras por todos los lados y que es todo pobreza, coches conduciendo por la arena… impresiona. Es un mundo completamente distinto que si no lo ves con tus propios ojos no te lo puedes imaginar.

¿Cómo surge la idea de visitar Tinduf?

Iñaki Ordóñez: Creo que en un vermú en Beriáin. Sabíamos que un vecino, Alfonso, lleva muchos años formando parte de la ONG ATTSF (Asociación de Trabajadores y Técnicos Sin Fronteras de Navarra) y ha bajado mucho a Tinduf porque su familia también es de allá, pero nunca había probado a hacer un viaje con jóvenes del pueblo. Él tenía esa ilusión, así que nos lo propuso y poco a poco la gente se fue animando, avisamos a amigos de amigos, y al final le buscamos fecha en Semana Santa. La ONG nos organizó todo y lo hizo posible. Ha sido una experiencia muy buena.

¿En Tinduf os alojabais con familias del lugar?

L.C.: Sí, nos distribuimos entre cinco casas, de cuatro en cuatro, y todos estábamos más o menos cerca, en la misma wilaya (campamento). Y a pesar de que los saharauis viven en una pobreza extrema, cuando llegamos allá teníamos nuestra mesita con comida. Nos daban lo que no tenían. Ellos, con tal de que nosotros estuviésemos bien, nos daban más comida a nosotros de la que comían ellos para que nos sintiéramos como en casa. Es otra mentalidad de la que hay aquí. También es verdad que nosotros fuimos en Ramadán y, según nos dijeron, la realidad que vimos igual está un poco distorsionada. A las 8 de la tarde, cuando volvíamos a casa, nos daban una cena; a las 12 de la noche, otra; y el desayuno lo teníamos siempre en la mesa. La acogida fue espectacular.

Tinduf
Luca Ciordia e Iñaki Ordóñez, con unos niños saharauis en El Aaiún, una de las cinco wilayas de refugiadosCEDIDA

¿Os resultó difícil acompasaros al ritmo de vida del Ramadán?

I.O.: Obviamente, nosotros no lo hicimos como ellos, porque no estamos acostumbrados, pero fue bonito viajar justo en este momento del año porque pudimos verlo. Cuando empezaba a caer el sol rompían el ayuno con dátiles y mantequilla, y luego rezaban y ya se pegaban el atracón, por así decir. Durante el día se notaba que a la gente ya le faltaban un poco las fuerzas, porque llevaban tres semanas de Ramadán.

En el campo de refugiados de Tinduf viven, refugiados en Argelia, los desplazados del Sáhara Occidental. ¿Se hablaba allí de política?

L.C.: Nosotros  fuimos con una ONG como voluntarios para ayudar, por ejemplo, pintando casas, pero también con la idea de conocer la situación que se vive, así que nos organizaron varias visitas a hospitales, guarderías y también a museos de Historia. Ahí nos contaron la situación que han vivido ellos desde 1975, siempre en guerra. También tuvimos la oportunidad de hablar con un militar y el mensaje que tienen todos en común es el de luchar por un pueblo, luchar hasta morir. La mentalidad esa de conseguir la independencia del Sáhara Occidental es un tema que está todo el rato en la cabeza de los saharauis. Por ejemplo, al militar le preguntamos que si su hijo también fuese militar y muriese en la guerra, qué sentiría. Y dijo que sentiría orgullo.

¿Os comentaban la posibilidad de emigrar, de salir de allí?

I.O.: Sí, hay mucha gente que ha salido de allá. También es cierto que durante los últimos años ha habido pocos países que les hayan acogido. Muchos han estudiado en Cuba, pero bastantes han salido, han estudiado, se han formado y luego han vuelto por el amor que han desarrollado por su país. Estuvimos hablando con un chico que había vivido en la Txantrea y que ahora tiene una escuela de cine. Nos contaba que podía haberse quedado en Pamplona, viviendo su vida bien, pero que quería volver para ayudar al desarrollo de su país y para dar a conocer la causa mediante el cine.

L.C.: También hay gente que emigra y se queda en el extranjero para enviar dinero a sus familias, porque en Tinduf apenas se puede trabajar. Las mujeres, sobre todo, se quedan en casa de sol a sol, cocinando. No hay nada que hacer.

Tinduf
Un grupo de niños con uno de los pocos caballos del campamentoCEDIDA

Veinte jóvenes navarros gastando, entre comillas, sus vacaciones en viajar a Tinduf. ¿Esto es un ejemplo de que debemos quitarnos prejuicios sobre la juventud actual?

L.C.: Sí, esta Semana Santa, en vez de irnos a la playa, nos fuimos al desierto. Y eso es algo que los saharauis nos agradecían mucho también. Nos decían: «Podríais estar de vacaciones en cualquier otro lado y estáis aquí pasando calor y malos ratos con el agua (todos, salvo una, enfermaron)». Tuvimos la oportunidad de hablar con el primer ministro, que se acercó un día y nos agradecía el interés y que fuéramos allí a ayudar en lugar ir a la playa a disfrutar con los amigos. Ellos es verdad que son muy, muy agradecidos.

¿Con qué os habéis quedado vosotros de este viaje?

I.O.: Con la gente de allá. Son muy amables y te dan todo lo que no tienen. Además, son muy agradecidos y eso que tampoco les hemos dado mucho más que la compañía, porque no nos ha dado tiempo a hacer mucho. La mayoría de los que hemos ido tenemos intención de volver y devolverles un poco lo que ellos nos han dado a nosotros.

L.C.: Yo me quedo con la suerte que hemos tenido nosotros de nacer donde hemos nacido. Los saharauis, por suerte o por desgracia, han nacido en un campo de refugiados en el que viven sin nada, en el que que cada día es el mismo. Ver el contraste de que allí no hay nada, y habrá zonas peores en el mundo todavía nos quedan por conocer, es lo que más me ha marcado.

Para escuchar la entrevista completa, pincha aquí

Diario de Navarra: La experiencia de 20 jóvenes navarros junto a los refugiados saharauis