Sáhara Occidental, 7 de septiembre de 2025 – La reciente crisis diplomática generada por la decisión del gobierno de Estados Unidos de negar visados a una delegación palestina, incluido el presidente Mahmud Abás, para participar en la 80ª Asamblea General de la ONU, ha desencadenado un movimiento político de gran calado en el seno de Naciones Unidas.
Por una amplia mayoría –según diversas fuentes, más de 140 Estados votaron a favor frente a apenas dos en contra–, la Asamblea General aprobó una moción para trasladar sus próximas sesiones a Ginebra con el fin de garantizar la participación de Palestina y evitar que Washington utilice el Convenio de Sede de 1947 como arma política para excluir a delegaciones incómodas. Esta votación recuerda al precedente de 1988, cuando Ronald Reagan negó el visado a Yasser Arafat y la ONU se reunió en Suiza para permitirle intervenir.
Sin embargo, y aquí radica el matiz esencial, la convocatoria oficial de Naciones Unidas sigue señalando a Nueva York como sede de la 80ª sesión, que arranca el 9 de septiembre y cuyo debate general está previsto del 23 al 29 del mismo mes. El sitio web oficial de la ONU, así como las agendas de múltiples agencias internacionales, mantienen sin cambios la sede neoyorquina.
Esto significa que, en la práctica, la ONU se encuentra en una situación de ambigüedad inédita: por un lado, la Asamblea General ha expresado su voluntad política de trasladar el foro a Ginebra para garantizar la igualdad soberana de todos los Estados miembros; por otro, la burocracia institucional y los compromisos previos mantienen a Nueva York como escenario logístico y operativo de la sesión.
Más allá de la disputa formal, el mensaje político es inequívoco: la comunidad internacional no acepta que Estados Unidos use su condición de país anfitrión para silenciar a Palestina. La votación simboliza un rechazo a la instrumentalización de la ONU y una reivindicación del principio de igualdad soberana recogido en la Carta de Naciones Unidas.
Para el pueblo saharaui, lo ocurrido con Palestina es una advertencia y una enseñanza. Igual que Rabat cuenta con el respaldo de París, Madrid y Washington para sostener su ocupación ilegal del Sáhara Occidental, Tel Aviv se beneficia de la protección estadounidense para prolongar la colonización de Palestina. En ambos casos, el derecho internacional es claro: se trata de pueblos sometidos a ocupación extranjera que reclaman, legítimamente, ejercer su derecho inalienable a la autodeterminación.
El traslado votado a Ginebra –aunque aún no confirmado de forma efectiva– es una señal de que cuando los pueblos resisten y los Estados se organizan colectivamente, incluso la mayor potencia del mundo puede ser desafiada en el terreno diplomático. El precedente de 1988 vuelve a resonar con fuerza: Naciones Unidas debe ser un espacio abierto a todos los pueblos, no un escenario controlado por quien aloja su sede.
El aniversario del 50º año de la invasión marroquí del Sáhara Occidental, que se cumplirá en octubre, será otra prueba de fuego para la credibilidad de Naciones Unidas. Si la organización es capaz de desafiar a Estados Unidos para defender la voz palestina, también debe ser capaz de exigir el referéndum de autodeterminación saharaui que ella misma prometió en 1991. No hacerlo sería consagrar, una vez más, la política de los hechos consumados.
PLATAFORMA «No te olvides del Sahara Occidental»
Fuentes consultadas:
- Reuters – Macron urge a EE.UU. a revisar la decisión sobre visados palestinos
- AP News – EE.UU. niega visados a funcionarios palestinos
- Al Jazeera – U.S. denies visas to Palestinians ahead of UN Assembly
- Skwawkbox – ONU vota mover Asamblea General a Ginebra
- ONU – Calendario oficial de la 80ª sesión en Nueva York