Foto de Carlos Cristóbal/ refugiados saharauis |
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«Las condiciones de vida son duras. La mayoría de nuestra población vive en tiendas, sin agua corriente ni electricidad regular, y depende casi totalmente de la ayuda internacional externa para subsistir, que ha ido decreciendo con los años», cuenta Mohamed Lamin a ECS, un refugiado afincado en estos campamentos desde 1975.
Durante su intervención al margen de las sesiones de trabajo en el Consejo de Derechos humanos de la ONU en Ginebra, el presidente afirmó que la falta de un informe detallado por parte de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados), no podemos saber la situación real que viven los refugiados saharauis.
«Aquí en este campamento dos tercios de las mujeres sufren de anemia, y un tercio de los niños sufre de desnutrición crónica. Anteriormente, los exiliados saharauis trataban de auto-ayudarse mutuamente, pero la situación ha cambiado: los jóvenes buscan trabajo en las ciudades vecinas, o emigran a otros países como España, y esto es preocupante», afirma Lamin.
Los primeros saharauis llegaron al suroeste de Argelia a mediados de los años 70. Huían de los bombardeos por parte de la aviación marroquí que tuvieron lugar en el Sáhara Occidental tras la retirada de España y la invasión del territorio saharaui por parte de Marruecos y Mauritania. Aunque los cinco campamentos que se instalaron tenían carácter temporal, muchos de los saharauis han pasado los últimos 43 años alojados en suelo argelino esperando un acuerdo político que facilite su regreso a su tierra.
Además de los efectos negativos derivados del desplazamiento forzoso y el exilio, los saharauis deben hacer frente a las condiciones adversas que imperan en la región de la Hamada argelina, cuyo terreno desértico parece una metáfora adecuada para describir sus perspectivas de futuro. Ya son casi tres generaciones de saharauis las que han nacido y crecido en la zona y que, con el correr de los años, deben redoblar sus esfuerzos para tener tanto ellos como sus familiares una vida digna. Sin embargo, pese a que muchos reciben formación fuera de allí, casi todos terminan en un punto de no retorno.
Los campamentos saharauis se encuentran en la región de la hamada en el suroeste de Argelia. Están habitados por 200.000 saharauis y su denominación proviene del nombre de las ciudad de ocupadas del Sáhara Occidental. La RASD y el Frente Polisario tienen sus sedes administrativas en estos campamentos. También se encuentran las dependencias del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de algunas ONG.
Su capital administrativa es Rabuni, población donde se encuentran los servicios de protocolo, la presidencia, los ministerios y las administraciones de los servicios públicos de la RASD.