Sucedió hace ya medio siglo pero, para muchos de sus protagonistas, sigue estando dolorosamente presente. Como una herida imposible de cicatrizar. En noviembre de 1975, en medio de la convulsión de un dictador que agonizaba en Madrid y unas ansias de libertad largamente esperadas, España firmó la retirada apresurada del Sáhara Español, hasta entonces su provincia número 53. En El Aaiún, la capital del Sáhara, José Taboada fue uno de los últimos soldados en abandonar el territorio. Aún recuerda a las mujeres y niños saharauis golpeando con rabia los blindados marroquíes que iban ocupando plazas y avenidas y la bodega de un barco que devoraba en redes coches, frigoríficos y vidas enteras embaladas a toda prisa.

“Siento rabia, dolor y tristeza”, relata Taboada en conversación con El Independiente. Esta próxima semana se cumplen 50 años del inicio de la Marcha Verde, la operación lanzada por Hasán II para invadir y ocupar ilegalmente un territorio sobre el que semanas antes, el 16 de octubre, un dictamen consultivo del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya había reconocido su derecho a la autodeterminación. La corte concluyó que no había fundamentos jurídicos para que Marruecos o Mauritania reclamaran la soberanía sobre el territorio. El 6 de noviembre de 1975, en mitad de un monumental siroco, la caravana -compuesta por 350.000 civiles marroquíes, reclutados entre las capas más míseras y marginadas de la sociedad marroquí, y varias decenas de miles de militares marroquíes- avanzaron hacia la frontera norte del Sáhara.

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El último capítulo, por escribir

Cincuenta años después, con los saharauis desperdigados entre los campamentos de Tinduf (Argelia), los territorios ocupados por Marruecos y el exilio, varias generaciones han nacido, crecido y envejecido en la diáspora. Otro exilio, del que quedan cada vez menos supervivientes, ha marcado a los españoles peninsulares que vivieron en el territorio.

“Yo sigo viendo a los saharauis resistir”, dice Taboada. “Llevan cincuenta años demostrando que no se rinden. No va a haber solución sin su última palabra”, afirma. Mónica escucha la lluvia en Galicia y reconoce el mismo rumor del siroco que hacía vibrar la lona del jeep de su padre cuando soplaba el siroco. Fernando oye Mamy Blue y regresa a un guateque saharaui. La historia del Sáhara español es una página abierta, un pliegue que atraviesa la transición española, con el recuerdo de una deuda nunca saldada. “Fue una vergüenza”, repiten los protagonistas de este relato por caminos distintos. “Para mí no es una cuestión de nostalgia sino de cumplir con el derecho; de estar de, cómo se dice ahora, en el lado correcto de la historia”, concluye Bárbulo.