El concurso se adjudica a Egis tras semanas de retrasos y dos días después del giro dado por Macron sobre el Sáhara Occidental
Marruecos ha adjudicado a la sociedad de ingeniería francesa Egis Rail, asociada con la también gala Systra y la marroquí Novec, el diseño de la ampliación de la red ferroviaria de alta velocidad entre Kenitra (norte de Rabat) y Marraquech por un importe próximo a los 1.385 millones de dirhams (cerca de 130 millones de euros), a pesar de la que la compañía española Ineco había presentado una oferta un 6% inferior. Tras informarse en junio de que se trataba del mejor postor en el concurso, la prensa marroquí había dado por ganadora a la firma de ingeniería española dependiente del Ministerio de Transportes. Tras varias semanas de retrasos, la comisión de adjudicaciones de la Oficina Nacional de Ferrocarriles (ONCF) ha anunciado finalmente el 1 de agosto la resolución del concurso en favor de Egis. La decisión se ha hecho pública apenas dos días después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, oficializase el giro diplomático de Francia en favor del plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental.
Ineco, que ya se había adjudicado en marzo el rediseño del aeropuerto internacional de Casablanca, aspiraba a convertirse en punta de lanza para compañías españolas del sector en la modernización de las infraestructuras de Marruecos. Además de su amplia experiencia en el desarrollo de la alta velocidad española, la ingeniería pública Ineco contaba entre sus credenciales con el diseño de la línea Medina-La Meca, en Arabia Saudí, y su participación en otros proyectos internacionales. En el entorno del Ministerio de Transporte, al que pertenece Ineco, se considera que el cambio de posición diplomática francesa no parece haber sido determinante en la adjudicación, y se valora lo lejos que se ha llegado en el concurso, algo “impensable” hace unos años en Marruecos.
El trazado de alta velocidad Kenitra-Marraquech tiene 450 kilómetros y es uno de los mayores proyectos del país magrebí tras la construcción del superpuerto de Tánger Med, en el Estrecho, y las obras en ejecución de los puertos de Nador West Med, cercano a Melilla, y Dajla Atlántico, en el Sáhara Occidental, próximo a la Villa Cisneros de la antigua colonia española. Marruecos quiere que la nueva línea de altas prestaciones ferroviarias, cuyo coste en obra civil y sistemas de seguridad se estima en unos 3.000 millones de euros, esté en servicio en 2030, durante el Mundial de Fútbol que coorganiza con España y Portugal.
Marruecos abrió en 2018 un primer corredor de alta velocidad entre Tánger y Kenitra, que continúa por vía convencional hasta Rabat y Casablanca. Entonces fue Egis Rail quien ejecutó el diseño de ingeniería de una línea por donde circulan trenes de alta velocidad Alstom franceses. El conocimiento técnico y la experiencia sobre el terreno de la empresa francesa, que cuenta con una delegación en Casablanca, parecen haber pesado en su favor a la hora de la adjudicación, a pesar de la mejor oferta económica de Ineco.
Marruecos tiene previsto un megaprograma de modernización de sus ferrocarriles mediante la adquisición de 168 trenes, 18 de los cuales serán de alta velocidad, con un presupuesto ande más de 14.000 millones de euros. A este concurso se han presentado las empresas españolas Talgo y CAF, que compiten con Alstom, la surcoreana Hyundai y la china CRRC.
La Estrategia Ferroviaria Marruecos 2040 de construcción de nuevas líneas está presupuestada en unos 35.000 millones de euros, entre corredores de alta velocidad, interregionales y de cercanías. La ONCF busca conectar en tren 43 ciudades, una docena de puertos y 15 aeropuertos internacionales. El propósito es que el 80% de la población de Marruecos tenga acceso cercano a este modo de transporte dentro de 16 años, frente al 50% actual. La planificación incluye la construcción de 1.300 kilómetros en alta velocidad y 3.800 kilómetros en corredores convencionales.
El enfriamiento de relaciones entre París y Rabat —afectadas por el acercamiento de Francia a Argelia, rival regional de Marruecos que respalda al Frente Polisario, defensor de la independencia del Sáhara— parecía haber puesto a las compañías españolas en buena posición de salida en la adjudicación de contratos públicos marroquíes.
El pasado febrero, coincidiendo con la licitación a la que aspiraba Ineco, Pedro Sánchez viajó a Rabat, donde fue recibido por el rey Mohamed VI. El presidente del Gobierno destacó entonces que las infraestructuras que plantea construir Marruecos para el Mundial 2030 deben ser vistas como una “oportunidad” por las empresas españolas. España atraviesa ahora la etapa más fructífera de sus relaciones con Marruecos, enfatizó Sánchez. Un mes más tarde, el ministro de Transportes, Óscar Puente, expresaba también en la capital marroquí el gran interés de España en participar en la expansión y modernización ferroviaria.
Esta misma semana, el presidente francés ha ido un paso más de lo que fue el jefe del Gobierno español en 2022. Macron ha proclamado que el plan de autonomía de Marruecos es “la única base” para una solución al conflicto del Sáhara Occidental, no solo la “más seria, realista y creíble”. El mandatario galo ha proclamado además que Francia considera que “el presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía de Marruecos”.
La carta que ha dirigido Macron a Mohamed VI viene a sellar el reencuentro entre ambos países al término de una de las mayores crisis bilaterales en tiempos recientes. Más de 1.300 filiales de empresas francesas están establecidas en Marruecos, donde Francia se sitúa como primer país inversor, con 8.100 millones de euros en 2023), y disputa a España el liderazgo en los intercambios comerciales. “Hemos acogido el anuncio [de Macron sobre el Sáhara] con mucho entusiasmo y gran satisfacción. Esta decisión histórica marca una nueva etapa en las relaciones bilaterales”, se apresuraba a proclamar el viernes la presidenta de la Cámara de Comercio e Industria Francesa de Marruecos, Claudia Gaudiau-Francisco, citada por Tel-Quel. El mismo semanario de Casablanca aseguraba que, antes de enviar su carta al rey de Marruecos, Macron habría informado a los responsables de los grandes grupos económicos franceses con intereses en el país magrebí.