No hubo desembarco. La “Marcha por la Libertad de los Presos Políticos Saharauis”, que hace dos meses partió de Francia y ha recorrido España en las últimas semanas para denunciar la situación de los activistas encarcelados en Marruecos, quedó bloqueada en el interior de un ferry bajo una atmósfera densa de vigilancia, intimidación y control.

El grupo de catorce personas, liderado por la activista francesa Claude Mangin-Asfari, esposa del preso político saharaui Naâma Asfari, embarcó el sábado por la tarde en el puerto de Tarifa rumbo a Tánger. Sabían que cruzar la frontera sería el mayor reto del trayecto, pero pocos imaginaron el nivel de acoso al que serían sometidos incluso antes de llegar a territorio marroquí.

«Nos grabaron uno por uno»

“En el aparcamiento del puerto ya había un todoterreno negro esperándonos. Varios hombres marroquíes nos observaban con actitud inquisitiva. Uno de ellos, vestido de civil, nos grabó uno por uno”, relata Mangin a El Independiente. Dentro del barco, la sensación de cerco se hizo más evidente. Hombres jóvenes, bien vestidos, comenzaron a vigilar sus movimientos. “No disimulaban. Nos grababan con el móvil, nos seguían con la mirada. Era evidente que no eran pasajeros comunes”.

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