Se anunció a primeros de enero como el avance que durante dos años y medio Marruecos había bloqueado alegando «problemas técnicos» en su lado de la frontera. Pero el que debía ser el principal hito del histórico cambio de posición del Gobierno español en el conflicto del Sáhara Occidental se evaporó el miércoles en un suspiro. Los funcionarios marroquíes negaron hasta en tres ocasiones la entrada de la primera furgoneta con mercancías desde las aduanas de Ceuta y Melilla.
Para muchos era el desenlace previsible del anuncio que el Ministerio de Exteriores español vendió como «una fase» en la normalización aduanera con el vecino marroquí. «Es lo de siempre. Un pulso que vuelve a ganar Marruecos», responde en conversación con El Independiente Eduardo de Castro, el expresidente de Melilla. «Marruecos cerró la aduana en 2018 con la coartada del Covid y lo usa como castigo a España. Siempre han hecho lo mismo», desliza De Castro.
Sobre este nuevo desplante marroquí al Ejecutivo de Sánchez -que se suma a otros desde el restablecimiento de las relaciones en marzo de 2022- hay quienes encuentran dos explicaciones: la primera, Rabat nunca abrirá de manera efectiva las dos aduanas porque sería reconocer las fronteras terrestres con España que niega y malherir su reivindicación histórica de Ceuta y Melilla como «presidios» dignos de ser liberados; y la segunda, la agresiva diplomacia alauí sigue con su juego interminable de exigencias y reclama ahora otra concesión, el reconocimiento explícito por parte de de Moncloa de la marroquinidad del Sáhara Occidental como hizo Enmanuel Macron el pasado julio. Otro de los asuntos pendientes es la cesión del espacio aéreo de la antigua provincia española, que se gestiona desde las Islas Canarias.
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