Tras cerca de 300 días de arresto domiciliario, la activista saharaui Sultana Khaya, ha enfermado de covid-19 y sus síntomas se agravan. A las torturas, incluso, violaciones por parte de fuerzas policiales marroquíes, durante estos diez meses de cautiverio se suman ahora los efectos del coronavirus cuyo contagio, según el testimonio de su hermana (también contagiada), se produjo tras un nuevo ataque por las «fuerzas de ocupación marroquíes». Ante esta situación, el Frente Polisario ha pedido al Gobierno español que intervenga para salvar la vida de Sultana.
Confieso que en ocasiones escribir estas columnas requiere de un esfuerzo añadido porque uno tiene la sensación de no contar nada nuevo, de repetirse. Si en el pasado fuera Aminetu Haidar, ahora es el turno de Sultana, I Premio Derechos Humanos La Ciudadana. Diferentes activistas, pero idénticas torturas, mismas violaciones de Derechos Humanos (DDHH) y misma pasividad de la Comunidad Internacional, con España, como potencia administradora del Sáhara Occidental, a la cabeza.
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