La presión migratoria empujó a Pedro Sánchez a apoyar a Marruecos en el Sahara Occidental y normalizar las relaciones con Rabat
El país norteafricano ha recibido más de 13.000 millones de la UE en 15 años para la combatirla
Sahara Occidental, la piedra de toque de la política exterior marroquí
Rabat/«Marruecos no es ni el gendarme ni el conserje de Europa». Fue la queja rotunda, 23 de mayo de 2021, arreciaba la crisis política con España y más de diez mil jóvenes magrebíes y subsaharianos acababan de adentrarse en Ceuta del ministro de Exteriores Nasser Bourita. Convicción profunda o resultado de la pataleta –Rabat había descubierto que el Gobierno de España acababa de permitir la entrada secreta del líder del archienemigo Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser tratado de una dolencia en un hospital de Logroño–, el jefe de la diplomacia marroquí recordaba el papel central que hoy desempeña el país magrebí en la seguridad y control de las fronteras de la Unión Europea. Un hecho insoslayable que constituye, a la vez, un problema y una baza para las autoridades marroquíes.
«En las últimas décadas, Marruecos ha pasado de ser un país de origen y tránsito a ser un país también de destino de la migración. Este hecho ha transformado su política migratoria, especialmente en sus relaciones con los países africanos, pero también con los europeos. Este triple perfil migratorio de Marruecos (origen, tránsito y destino de la migración) le confiere una gran responsabilidad, pero también una posición privilegiada para desplegar estrategias de diplomacia migratoria, es decir, negociaciones políticas y económicas con terceros países relacionadas con los flujos migratorios», explica a este periódico el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid Augusto Delkáder.
«Una herramienta de política exterior»
Como demostró el episodio de Ceuta, la especial situación y relevancia de Marruecos ha convertido la migración en una herramienta de su diplomacia. A juicio de Delkáder, «Marruecos concibe la migración como una renta política y económica, en concreto, como una herramienta de política exterior. Se trata de un activo con el que obtener ganancias. Si a esto le añadimos la externalización de la política migratoria de la UE en países como Marruecos, nos encontramos con un escenario muy favorable para la diplomacia migratoria de Marruecos». «La normalización de las relaciones entre Marruecos y España en 2022 ejemplifican bien esta cuestión, especialmente por el apoyo español al plan de autonomía de Marruecos para el Sahara Occidental tras el incidente de Ceuta de 2021, en el que accedieron más de 10.000 personas en menos de 24 horas», recuerda el especialista en política migratoria marroquí a este medio. El país norteafricano ha recibido más de 13.000 millones de euros de las arcas comunitarias para la lucha contra la migración irregular en los últimos 15 años.
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