* Por Indira Iasel Sanchez Bernal
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La cuestión del Sáhara Occidental ha dejado de ser un tema que se enmarca en una defensa ideológica, por el contrario, el territorio saharaui se ha convertido en un espacio que se utiliza para generar acumulación de capital, tanto en el interior como al exterior de éste. La ocupación del Sáhara Occidental le ha brindado beneficios al gobierno marroquí, no sólo por la explotación directa de los fosfatos o de la pesca, sino porque le ha permitido generar alianzas estratégicas con países como Israel, España y Estados Unidos de Norteamérica, así como establecer proyectos armamentísticos y de ciberseguridad. A la par, en nombre de la defensa del Sáhara, el régimen marroquí impulsa proyectos económicos de inversión en la agricultura, en el sector inmobiliario, en la construcción de puertos como el de Dakhla y en la industria. Todos ellos, sectores que se mueven en torno a los conceptos desarrollistas y capitalistas.
El Sáhara Occidental como espacio de acumulación es invisibilizado y desacreditado, a la vez que es dominado. La lucha del pueblo saharaui se ha convertido en una demanda eternizada. Curiosamente, en esta reproducción del capital la que menos importa es la población saharaui, cuyas demandas giran en torno a la reproducción de una vida digna y justa; pero especialmente al retorno a una tierra que les ha sido arrebatada y negada.
- Indira Iasel Sanchez Bernal es Directora Asociada del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, profesora-investigadora en temas relacionados a las resistencias sociales en el Norte de África. iisanchez@tec.mx, además es asociada de COMEXI, miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión de África, Medio Oriente y Sudoeste Asiático.
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