Chahid El Hafed (ECS).- El Sáhara Occidental fue colonizada por España siendo su potencia administradora. En el Capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas, se definen los Territorios No Autónomos como “territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio, dentro de los cuales figura el Sahara occidental”. Pero también se inició en el propio Sáhara Occidental un movimiento independentista, con la creación, en 1973, del Frente Polisario, que a partir de ese momento libró una guerra de guerrillas contra España. Y en noviembre de 1975, España ‘cedió’ el territorio a Marruecos y a Mauritania, en un extraño acuerdo. Posteriormente Mauritania se retiró, ampliando Marruecos la zona bajo su control.
Después de una guerra que duro 16 años, En 1988 se acordó entre las autoridades marroquíes y el Frente Polisario el llamado Plan de Arreglo, aprobado por la ONU en 1991. En él se acordaba la celebración de un referéndum en el cual se pediría a la población saharaui elegir entre la independencia o la integración en Marruecos. Y para poder llevar a cabo dicho acuerdo se establecía la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental), que debía supervisar el alto el fuego e implementar un referéndum, cuya celebración se ha ido posponiendo desde entonces por la negativa del Gobierno de Marruecos a llevarlo a cabo [1].
El territorio está partido por varios tramos de muros militares, constituyendo entre si el más largo del mundo y el que más ha separado a un pueblo, de hecho, La parte este del muro está controlada por el ejército saharaui, mientras que la parte oeste está controlada por Marruecos.
Durante más de treinta años, el pueblo saharaui tuvo que esperar para que las Naciones Unidas tomara en serio la magnitud de problema y las posibles consecuencias. Treinta años de espera y de incertidumbre.
Estas tres décadas donde no ha reinado ni la paz, ni se ha desencadenado la guerra se rompió cuando Marruecos llevó a cabo el viernes 13 de noviembre 2020 un ataque militar en la región de El Guerguerat [2], en el suroeste del Sáhara Occidental, donde civiles saharauis se manifestaban pacíficamente [3]. El ataque según los saharauis, es una violación del acuerdo de alto el fuego alcanzado en 1991.
A raíz de este ataque, El Frente Polisario considera roto el alto el fuego con Marruecos y declara el estado de guerra y el secretario general del Frente Polisario Brahim Ghali emitió un decreto para poner fin al compromiso del alto el fuego firmado en 1991, lo que podría allanar el camino hacia un enfrentamiento militar entre ambos bandos en el Sáhara Occidental.
NUEVA ESCALADA, NUEVO PERFIL DE VÍCTIMAS
Las tensiones entre ambas partes se han renovado: Los drones (el arma de moda), los nuevos protagonistas y armas de última tecnología. En este estudio vamos a analizar los efectos de la utilización de drones por parte del ejército marroquí sobre las víctimas civiles.
El dron se define como aquel vehículo terrestre, naval o aeronáutico, que está controlado a distancia o de forma automática. De hecho, en su abanico de posibilidades podemos encontrar drones aéreos, pero también terrestres o marinos. Y es que cualquier vehículo puede ser dronizado a partir del momento en que no haya ningún ser humano a bordo [4].
Ciertamente el fenómeno de los drones no es un elemento completamente novedoso en el marco de los conflictos armados. Existen antecedentes de drones con fines de vigilancia tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, que a partir de la Guerra de Vietnam se adaptaron para tareas de combate. Fue con la campaña de la OTAN en Kósovo (1999) cuando “empezaron a pensar en la utilidad de acoplar un misil al UAV, lo que llevó a la creación del dron Predator, armado con misiles Hellfire”. Más tarde, con los atentados del 11 septiembre de 2001 y la consiguiente lucha contra el terrorismo fue cuando los primeros drones armados sobrevolaron Afganistán (2001) e Iraq (2003) [5].
Por su parte Marruecos después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Israel, este último país se ha convertido en uno de los proveedores de material y tecnología militar más importantes para Marruecos, que incluye drones de ataque, de vigilancia y reconocimiento, incluso suicidas. Para la adquisición de estos novedosos aparatos, Marruecos cuenta con el tradicional apoyo financiero de monarquías árabes, que estarían a su cargo sufragar los gastos de estas compras.
Esta tecnología pionera y puntera no ha hecho más que avivar el conflicto con el Frente Polisario y lo más peligroso es transferir y clonar el problema del medio oriente a los países del norte de África y a las puertas de Europa. No en vano Argelia advirtió de los «graves riesgos de derivas regionales potencialmente peligrosas». [6]
Tras la introducción de drones por parte de Marruecos en una nueva escalada, la Oficina Saharaui de Coordinación de las Actividades Relativas a las Minas (SMACO en sus siglas en inglés), reconoce que no puede contar con datos totalmente íntegros, dada la dificultad del acceso a la información, por la diversidad de las fuentes, así como por cuestiones de seguridad a los lugares de los sucesos. Aun así, ha hecho una investigación básica para identificar los efectos de estas armas en la población civil.
Al realizar una exploración de las circunstancias en el tiempo y el lugar de estas agresiones se observa claramente que Marruecos ha extendido el espacio geográfico operacional de sus drones militares con objetivos más allá de los militares. A juzgar por los hechos, no ha tenido en cuenta restricciones ni espaciales ni temporales. No cabe la menor duda, de que estos ataques constituyen una abierta violación de derechos humanos básicos y de la Carta de las Naciones Unidas.
Y según los expertos en derecho internacional, el objetivo de un conflicto no es acabar sistemáticamente con el adversario, sino «la sumisión del enemigo de la manera más rápida posible y con el mínimo gasto de vidas humanas y de recursos». Por su parte, el principio de humanidad establece la prohibición de «armas, proyectiles, materia y métodos de hacer la guerra de tal índole que causen males superfluos o sufrimientos innecesarios [7].
DONDE Y CUANDO SE REALIZARON LOS ATAQUES
Como habíamos adelantado, la población saharaui se encuentra separada de norte a sur y de oeste a este en dos zonas. A un lado del muro, aquellos que resisten en territorio ocupado por Marruecos perviven en una situación de exclusión social y violencia institucional. Las protestas y símbolos en favor de la autodeterminación son fuertemente reprimidos, sus ciudadanos son a menudo torturados y la justicia brilla por su ausencia. El otro grupo de la población saharaui vive en campamentos de refugiados en territorio argelino, en unos de los desiertos más inhóspitos del mundo, privados inclusive de volver a su territorio. Estos campamentos están gestionados por el gobierno saharaui, y viven gracias a las ayudas humanitarias.
Sobra decir que los drones tienen un gran potencial para sobrevolar en áreas muy distintas y distantes ya que puede moverse rápidamente sobre un terreno desértico, accidentado o irregular con emisión en tiempo real de imágenes de alta calidad gracias a los dispositivos que dispone como las cámaras, sensores, infrarrojos y satélites puesto que pueden discriminar con un alto grado de precisión entre objetivos militares y población civil.
Uno de los límites se concreta en la prohibición de aquellas armas y métodos de hacer la guerra «que causen males superfluos o sufrimientos innecesarios». El otro límite se refiere a la prohibición de las armas cuyo uso tiene un carácter indiscriminado, es decir, no tienen capacidad para «dirigirse contra un objetivo militar concreto [8]».
Aun así, y a pesar de esta puntera tecnología es pertinente recordar en este contexto que según el rastreo de los ataques perpetrados por los drones marroquíes contra civiles se puede testificar lo siguiente:
- Todos estos ataques tuvieron lugar en terreno desértico, abierto, árido y sin vegetación donde es muy fácil comprobar inclusive los colores de los coches e incluso las pertenencias y medios de las víctimas para distinguir entre objetivos militares y civiles.
- Estos ataques se produjeron en zonas situadas a varios, e inclusive a veintenas de kilómetros del muro marroquí.
- También es obvio que estos civiles no constituyen ninguna amenaza al ejército marroquí, ni están cerca del lugar de los enfrentamientos militares. No en vano el 65% de los ataques se produjo justo en las líneas fronterizas internacionales.
- Y como habíamos dicho en el reporte anterior [9], que estas agresiones se produjeron en zonas donde el ejército saharaui no operaba lo que supuso que muchas víctimas se quedaron varias horas y días sin que nadie le prestara los servicios de auxilio y evacuación necesarios. El caso de Embarek Sbai con su amigo asesinados en Imrikli, pasaron más de 17 días sin que se benefician de un entierro digno. Los amigos y familiares de víctimas temen aventurarse por el miedo a estar alcanzados por los drones marroquíes como es el caso del joven Deidih Mahmud Hueibita donde fue atacado en solitario cuando trataba de auxiliar a unas víctimas recién asesinados el 24 de noviembre 2022 en la región fronteriza mauritano-saharaui de Ahfir.
La inmensa mayoría de los coches, con un 51% corresponden a saharauis, mientras que un 35% son de mauritanos.
No se descarta que estas municiones son de armas termobáricas.
Origen: Oleadas de ataques con drones | Masacre en el Sáhara Occidental