Por Mah Iahdih Nan – OPINIÓN
Madrid (ECS). – Marruecos no para de tensar la cuerda de sus relaciones con todos los países de su entorno, todo aquel que difiera de sus planteamientos expansionistas y a base de la ocupación militar, acaba sufriendo la ira y la rabia del Majzen marroquí. Los últimos casos que han padecido el castigo del régimen marroquí, han ocurrido la última semana y fueron el alto comisario de la política exterior europea el Sr. Josep Borrell y un día después le tocó el turno a Túnez, un país soberano que el Majzen quiso someter a sus dictados.
El Majzén marroquí, se dedica a practicar una política desquiciada, agresiva y ajena a todo tipo de cortesía diplomática, arremetiendo sin ningún tipo de respeto ni consideración contra todos los países que defiendan el cumplimiento del derecho y la legalidad internacional en el Sáhara Occidental. Para el Majzén marroquí la única opción para compartir una relación de amistad es asumiendo su política al 100% con respecto al Sáhara Occidental de lo contrario eres un enemigo que practica una política «hostil contra los intereses de Marruecos». Lo acaba de verbalizar su Rey en un discurso, destacando que las relaciones de Marruecos con los demás países se basarán en su posición sobre el Sahara Occidental.
La táctica de extorsión sistemática y continuada que ejerce el Majzén marroquí sobre sus amigos y vecinos y que a priori parece infantil y pueril, pero que sin embargo suele resultar muy rentable a corto plazo para sus objetivos más inmediatos, el ejemplo más claro lo encontramos en sus coacciones y chantajes sobre España y Alemania y que acabaron reportandole beneficiosas declaraciones, que aunque simbólicas e inútiles, le sirven de propaganda y le animan a continuar en su política de chantaje.
La política exterior española es un verdadero guirigay y lo peor es que en ocasiones parece que la dirige el pandillero Bourita, lo que quedó evidente después de las conocidas declaraciones de Borrell. Bourita sacó de sus vacaciones tanto a Borrell cómo a Albares para que fueran a los medios oficiales a desdecirse.
Según fuentes cercanas al asunto Bourita en sus comunicaciones con Borrell y Albares, les exigió una rectificación a la que ambos obedientes y sumisos accedieron sin rechistar, Borrell en la agencia EFE y Albares en la SER. Albares a modo de disculpa condescendiente, vino a decirle a Bourita que Borrell no tiene ni puta idea de la posición española y que es un señor que tiene muchos lapsus, que chochea y que por favor no le hicieran caso en absoluto, de todos modos el tirón de orejas a Albares fue monumental. Albares estuvo tres días con moratones en las dos orejas.
En cuanto a Borrell pidió perdón a su manera, lo que no satisfizo al gamberro Bourita que decidió castigarlo suspendiendo una reunión que tenían prevista las próximas semanas y además deploró en público sus declaraciones y lo acusó de tener lapsus mentales.
Sánchez, metió la pata hasta el fondo con su famosa e iletrada carta al Satrapa marroquí y ahora no encuentra la manera de salir del entuerto en el que se metió él solito. Un día sale Borrell al rescate, el otro sale el nefasto Albares para hacer de policía malo y al siguiente sale el propio Sánchez rogando de rodillas que le reciban en Argel. Lo que ha convertido a España en el hazmereir de todos, al estar atrapada entre los chantajes migratorios del Majzén marroquí y su imperiosa necesidad del gas argelino.
El error de Sánchez le costará muy caro a España, Marruecos jamás dejará de presionar y extorsionar a España con los asuntos migratorios, ha hecho de ellos el puntal de su política y Argelia ha repetido por activa y por pasiva que no dará ni un paso atrás si no se vuelve al punto de partida, que es el respeto escrupuloso y el reconocimiento a las fronteras reconocidas en la legalidad y el derecho internacional sin ambages, trampas ni dobleces.
Sánchez ha creado un escenario complicadísimo y sin retorno para él y para cualquier político que lo sustituya; poner fin al chantaje marroquí es una empresa prácticamente imposible y cumplir con las exigencias de Argelia de respeto a las resoluciones y cartas de las Naciones Unidas es algo que seguramente abrirá otras crisis migratorias cómo la que se dió hace poco más de un año en Ceuta.
En cuanto a Alemania, que en los últimos tiempos ha dejado de ser Alemania y se ha convertido en un país latino. Ha abandonado las practicas tradicionales e históricas germánicas de pragmatismo, honestidad y claridad en las decisiones políticas. Los Alemanes ahora practican una política más típica de los países árabes o latinos, es decir la política del chanchullos y los intereses. Una muestra de ello es la última visita de la ministra alemana de Exteriores a Marruecos; para empezar la visita es una contraprogramación montada por el Majzén marroquí a la visita de Macron a Argelia, normalmente la política clásica alemana no se hubiese prestado a este tipo de juegos. Por otro lado la responsable de la diplomacia alemana incurrió en una serie de contradicciones no usuales en la política alemana; en el comunicado conjunto accedió a las exigencias de su incómodo y chantajista anfitrión, con la famosa e ilegal coletilla de que la Autonomía del Sáhara Occidental es una solución sería y creíble.
Sin embargo en la rueda de prensa expresó todo lo contrario que el asunto se debe dirimir en las Naciones Unidas y que la Autonomía si fuese la solución no estaríamos donde estamos y no necesitaríamos el concurso de las Naciones Unidas.
En el caso de Túnez, el Majzén marroquí ha pretendido aplicarle la receta que usa habitualmente con sus socios occidentales; la utilización de la presión, la crispación y la simulación del enfado como armas para obtener contrapartidas, siempre con el tema del Sáhara Occidental de fondo. El gran problema del Majzén es que ha ido ampliando el abanico de la extorsión a países que no cumplen con el perfil adecuado para ser coaccionados, tal es caso de Túnez que les ha respondido con reciprocidad, algo que ha dejado al régimen marroquí descolocado.
Origen: España obligada a escoger entre la legalidad internacional o el chantaje migratorio