OPINIÓN | La Magnanimidad de Argelia

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OPINIÓN | La Magnanimidad de Argelia
 
Por Mahayub Sidina
OPINIÓN
Madrid (ECS).- En una entrevista a la televisión pública de su país, el presidente de Argelia, Abdemadjid Tabboune, acaba de dar una lección magistral no solo de magnanimidad sino también de política de Estado de gran calado estratégico. Ha estado verdaderamente a la altura cuando supo diferenciar entre las desavenencias pasajeras con el equipo de turno de la Moncloa por una parte y España como Estado y pueblo, que merecen todo el respeto y el apoyo necesario en estos difíciles momentos. Pero por otra parte, ha dejado al desnudo a un Pedro Sánchez y a su ministro J. M. Albares que, además de ignorar el derecho internacional, insultan el futuro, distorsionan el presente y reniegan del pasado. Comportamiento que reúne todos los ingredientes de la mediocridad, la ligereza y la falta de visión de Estado juntas.
 
En lugar de recurrir al chantaje, como hace el sátrapa de Marruecos, el presidente argelino ha dejado claro que su país no tiene ningún problema con España ni con los españoles, pero sí con Pedro Sánchez y su equipo porque intentan deshacerse de la responsabilidad histórica y jurídica de España como potencia administradora del Sahara Occidental para contentar al invasor marroquí. Y lo más grave aún, es la forma como se ha hecho el giro; abandonado una política de estado de casi 50 años, sin contar con la opinión de las Cortes, ni de la clase política, ni de la sociedad española, conocida por su apoyo a la lucha del pueblo saharaui por su autodeterminación e independencia.
 

Si eres, como Marruecos, un chanchullero con la inmigración ilegal, un descarado traficante de drogas, un peligro expansionista, una latente amenaza terrorista y un chantajista empedernido formarás parte del club

Con su inexplicable giro, para no decir traición, Sánchez introduce un nuevo y peligroso concepto en las relaciones internacionales que se puede resumir en lo siguiente: “si eres, como Marruecos, un chanchullero con la inmigración ilegal, un descarado traficante de drogas, un potencial peligro expansionista, una latente amenaza terrorista y un chantajista empedernido formarás parte de nuestro club. En cambio, si cumples con el derecho internacional, combates el crimen organizado y eres un socio fiable, que honra sus compromisos cueste lo que cueste, no eres el bienvenido”. Este tipo de relación irracional, basado en el equilibrio del chantaje, tiene poco recorrido y acabará siendo sepultada por la verdad y la razón.
 
Actualmente, muchos observadores se preguntan sobre las verdaderas razones o sinrazones que hay detrás de este giro copernicano. Las corruptelas de Marruecos a una parte de la cúpula del PSOE no datan de hoy. La inmigración ilegal, alentada por el reino alauita, no es un fenómeno reciente y forma parte de su política de estado. El fomento y encubrimiento de acciones terroristas, como arma arrojadiza de presión, han convivido siempre con las supuestas “relaciones estratégicas” entre ambos gobiernos. En el frente de las reivindicaciones territoriales, sobre Ceuta y Melilla e incluso Canarias, no hay grandes novedades. Marruecos las tiene relativamente congeladas solo por el conflicto del Sahara Occidental y no por los ojos de Pedro Sánchez. Todo lo anterior, no puede justificar, por sí solo, lo sucedido. La amplia mayoría de la clase política y de la sociedad española condenan y reprueban la ruptura unilateral de uno de los consensos de política exterior de estado más sólidos de la democracia.
 
 
Ante tal perplejidad, algunos expertos están revisando, desesperadamente, las hemerotecas de los trágicos acontecimientos que marcaron los finales del siglo XX y principios del XXI en busca de indicios que puedan ayudar a descifrar el enigma del entreguismo de algunos dirigentes socialistas a Marruecos. Por el momento, y hasta prueba de lo contrario, parece que todas las miradas se dirigen hacia el 11 M de 2004. Esperemos que sean simples lucubraciones, fruto de la imaginación, de lo contrario el asunto seria gravísimo. El único consuelo que tenemos, los de a pie, es que algún día los historiadores e investigadores nos ayuden a descubrir la verdad.
 
Por otro lado, muchos de nosotros tienen el pleno convencimiento que la mayoría de las bases del PSOE no comparten ni entienden este cambio repentino e inexplicable. Siempre han acompañado y siguen acompañando al pueblo saharaui en su justa lucha contra la ocupación marroquí y el saqueo ilegal de los recursos naturales de su país.
 
Volviendo a la magnanimidad versus mediocridad, la respuesta del ministro J.M. Albares a las declaraciones del presidente argelino dejan mucho que desear. Se ha enredado en un lenguaje de mercader. De todo el contenido maravilloso de la oferta, de unas relaciones estratégicas respetuosas orientadas hacia el futuro y con la perennidad de la nación y del estado como telón de fondo, se ha quedado solo con el detalle inmediato del gas. Un estadista, que se hace respetar, no puede razonar como el regente del chiringuito de golosinas de la esquina.
 
En conclusión, el dúo Sánchez/Albares ha hipotecado a todo un país sin nada a cambio. Han quedado desposeídos de voluntad propia. La carta filtrada por el rey de Marruecos dará mucho de qué hablar. Todo indica que se trata de un cheque en blanco que el majzén utilizará a su antojo y en función de las circunstancias. El mejor servicio que puedan brindar a España, en este momento, es dejar el paso a otros para salvar lo salvable. Ya no tienen escapada, están a merced del sátrapa que hará con ellos lo que el titiritero hace con sus títeres.

Origen: OPINIÓN | La Magnanimidad de Argelia.