- La apuesta por la solución marroquí en el contencioso del Sáhara y el silencio en materia de derechos humanos son las cesiones con las que el Gobierno español ha desbloqueado la Reunión de Alto Nivel que tendrá lugar esta semana
- La rivalidad entre Rabat y Argel y la carrera armamentística entre los dos países resta margen de maniobra a Sánchez para reconstruir vínculos en el Magreb a pocos meses de que Sánchez se ponga al frente de la Unión Europea
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“La única forma de relacionarnos” con Marruecos, “nuestro vecino inexorable”, “es desde el respeto mutuo. Y eso hay que construirlo tragando saliva o sapos si hace falta, pero hay que construirlo”. El eurodiputado socialista Fernando López Aguilar no pudo ser más sincero al justificar la semana pasada la razón por la que el PSOE votó en contra de una resolución en el Parlamento Europeo, pactada por los grandes grupos, incluido el socialdemócrata, que denuncia el deterioro de la libertad de prensa en el país magrebí y da credibilidad a las sospechas acerca de la participación de Marruecos en una trama de sobornos para ganar peso político en las instituciones europeas. La resolución salió adelante con el voto a favor de 356 votos a favor, 42 abstenciones y 32 votos en contra: los de los eurodiputados socialistas españoles, una docena de parlamentarios de ultraderecha y varios no inscritos.
Lo ocurrido en Estrasburgo es sólo el último ejemplo, el más reciente, de las cesiones que ha tenido que hacer el Gobierno de España para reconstruir la maltrecha relación con nuestro vecino del sur antes de que Pedro Sánchez asuma la presidencia de turno de la Unión Europea, el próximo 1 de julio. Y antes, por supuesto, de que termine la legislatura y tenga que rendir cuentas en las urnas.
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