Luis Portillo[1]
A ver si ahora va a suceder lo mismo que con Trinidad Jiménez, que en cuanto la hicieron ministra de Exteriores se olvidó de la causa saharaui.
En el debate de la moción de censura celebrado los días 21 y 22 de marzo 2023 en el Congreso de los Diputados, tanto el dirigente de Vox, Santiago Abascal, como el candidato, Ramón Tamames, recriminaron al presidente del Gobierno, en sus respectivas intervenciones, el cambio de posición sobre el Sáhara Occidental y le pidieron explicaciones sobre ese cambio en la histórica postura de España de apoyo al derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro.
El líder de Vox reprochó al presidente Pedro Sánchez que continuara sin explicar ese «regalo» a Marruecos llevado a cabo hace un año mediante una decisión «autócrata» que no obedecía a su electorado, ni a su programa electoral, ni a su partido, ni siquiera a la opinión de sus socios en el Gobierno, ni a un Parlamento que ha manifestado su oposición, y mucho menos a los intereses de España. El presidente Sánchez no se molestó en contestarle, ni siquiera mencionó el Sáhara Occidental. Simplemente hizo mutis por el foro, manteniendo así el oscurantismo de su decisión unilateral.
Por su parte, el profesor Tamames consideró lamentable la afrenta sufrida por España con motivo de la Reunión de Alto Nivel (RAN) celebrada en Rabat a primeros de febrero y que el rey de Marruecos aprovechó para irse de vacaciones a Gabón; manifestó que el Sáhara Occidental constituye un problema muy serio a resolver, que el cambio en la política española ni siquiera se ha debatido en el Parlamento –«cuyos miembros se han enterado por la prensa, como los demás»-, desconociendo la «enigmática» razón de ceder de la noche a la mañana, súbitamente, toda una política de adhesión a los principios de Naciones Unidas; se refirió al «regalo» del Sáhara a Marruecos y sostuvo que España tiene su responsabilidad como potencia administradora y que su compromiso era el referéndum de autodeterminación.
El presidente Sánchez no contestó a esas cuestiones en ninguna de sus dos intervenciones de ese primer día de sesión parlamentaria. Y al igual que en su respuesta al dirigente de Vox, Santiago Abascal, ni siquiera se dignó mencionar el Sáhara Occidental. Simplemente, también hizo mutis por el foro en esta ocasión.
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En el segundo día de debate de la moción de censura, la cuestión del Sáhara y su cesión a Marruecos -como si fuera «un cortijo»- volvió a ser planteada desde el primer momento por los dos intervinientes mencionados, pero el presidente del Gobierno volvió a su mutismo absoluto sobre el tema -ni una sola palabra-, mientras su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, sonreía satisfecho en su escaño y aplaudía a rabiar a su jefe, sin tener que molestarse en subir a la tribuna a tratar de explicar a la Cámara y al pueblo español -también al pueblo saharaui- las ocultas razones del desaguisado perpetrado con el Sáhara Occidental y el pueblo saharaui. Claro que el ministro Albares también es un maestro en el arte de callar, ningunear, mirar para otro lado y no defender los derechos humanos de los saharauis, en particular los de los presos políticos saharauis …
Hubo además otros tres intervinientes, de otras tantas opciones políticas, que criticaron públicamente el respaldo del presidente Sánchez a la propuesta marroquí de presunta ‘autonomía’ para el Sáhara ocupado por Marruecos y censuraron el volantazo unilateral de Pedro Sánchez: Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos, afirmó que el cambio en la política española con respecto al Sáhara ha causado un enorme daño a nuestro país, mientras que se oculta qué es lo que se ha conseguido a cambio; Ana Oramas, de Coalición Canaria, censuró el cambio unilateral en la posición española sobre el Sáhara sin consultarlo con el Congreso y sin haber sido objeto de debate, ni siquiera con el propio partido del presidente, el PSOE; y Néstor Rego, del BNG, para quien el volantazo del presidente ahonda la brecha de decepción con el Gobierno.
Curiosamente, en la intervención estelar de la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, en la cual desgranó el programa electoral de su nueva formación -como señaló, a modo de queja, el propio Ramón Tamames– tampoco mencionó el Sáhara Occidental y su sorpresiva y enigmática entrega a Marruecos. En cambio, sí mencionó, contra sus adversarios políticos, la expresión «silencio y connivencia».
En mi modesta opinión, la vicepresidenta Yolanda Díaz perdió una magnífica ocasión para referirse con esas palabras, en el foro adecuado, al comportamiento de su presidente; «silencio» sobre el Sáhara Occidental y el volantazo en la política española, y «connivencia» del presidente y su ministro de Exteriores con el régimen alauita. A ver si ahora va a suceder lo mismo que con Trinidad Jiménez, que en cuanto la hicieron ministra de Exteriores se olvidó de la causa saharaui.
- Luis Portillo Pasqual del Riquelme es doctor en Ciencias Económicas y miembro del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental ( CESO ) de la Universidad de Santiago de Compostela