Una de las estrategias más visibles del expolio de los recursos naturales procedentes del Sáhara Occidental es camuflar el origen de los productos haciéndolos pasar por marroquíes. La UE incumple la normativa en la que el consumidor tiene el derecho a saber la procedencia de lo que compra.
Foto de frontera
El tipo de la aduana ni le mira. El policía escribe en la libreta la carga y toma la foto de la matrícula del camión con su móvil. Levanta la cabeza de vez en cuando a consecuencia del tic nervioso. Se acercan las tres del mediodía y los 38 grados en el puerto de Algeciras parecen ser 50. Apenas le sellan el certificado, Julio Rodríguez, el conductor, casi arranca de las manos el papel para tener tiempo de encenderse un cigarrillo antes de subirse de nuevo al camión. Sabe que su tabaco liado es lo más agitado en la ruta constante desde Tánger a Sevilla. Le da aire negro en los pulmones y tiempo para pensar lo que oye: “Me lo dicen cada semana. Que los tomates que cargo allí son buenísimos y que vienen todos del Sáhara. Yo solo arrimo las ruedas al cemento y no pregunto mucho”.
Foto de retaguardia
En la calle Lavapiés de Madrid le llamaban la sultana del té en los años 90. Así lo explicaba Maimouna quien, refugiada ahora en Lleida, observa cada día las noticias internacionales buscando huellas que le traigan aromas a su Bojador querido, ciudad en el sur del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. Explica que no descarta a sus 67 años convertirse en espía para “desenmarañar la política en la Unión Europea y hacer famosos a los ladrones que nos roban los recursos. Nuestros recursos. Nuestra vida. Tengo dos sobrinos que están estudiando abogacía para desenmascarar a los ladrones de guante blanco”.
Foto de la cueva
Lo consiguen una y otra vez. Vienen con los sacos llenos de tiempo perdido y al depositar sus mocasines en el parqué laminado del Parlamento Europeo entremezclan incorrección y fantochadas. Espolvorean segundos que enturbian. Minutos que mienten. Fracciones que camuflan la violación de los Derechos Humanos.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea concluyó en 2016 que los acuerdos UE-Marruecos no se extendían al territorio del Sáhara Occidental. Después, en 2018, la decisión de la Comisión Europea en un acuerdo bilateral revisado volvía a incorporar al Sáhara Occidental como parte del negocio ilegal.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea concluyó en diciembre de 2016 que los acuerdos UE-Marruecos no se extendían al territorio del Sáhara Occidental. Después, en julio de 2018, la decisión de la Comisión Europea en un acuerdo bilateral revisado volvía a incorporar al Sáhara Occidental como parte del negocio ilegal. Una trama posteriormente refrendada por el Parlamento Europeo. ¿De qué iba todo esto? En la práctica, de asimilar —léase expoliar— bienes del Sáhara Occidental como marroquíes. No acaba aquí el drama. A lo largo de la insoportable tramitación del acuerdo en el Parlamento, la Comisión ha eludido en repetidas ocasiones preguntas de aclaración sobre este asunto, especialmente en el etiquetado de los productos.
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