En 2007 Marruecos presentó ante las Naciones Unidas una propuesta de autonomía del Sáhara occidental bajo la soberanía marroquí. Dicha propuesta fue amparada por el gobierno norteamericano de Donald J. Trump afirmando que era la propuesta más “seria, creíble y realista para la solución del diferendo” y la única “solución justa y duradera”. Esta propuesta ha sido respaldada por el gobierno socialista de Pedro Sánchez en la carta enviada a Mohamed VI el 14 de marzo de 2022.
Analizaremos la misma desde la perspectiva histórica del conflicto que enfrentó a las colonias de Etiopía y Eritrea.
Eritrea fue colonizada en primer lugar por los portugueses durante el siglo XVI en el que las tropas comandadas por Estêvao de Gamma, hijo del gran descubridor, desembarcaron en Masawwa a principios de 1541 en la campaña militar que finalmente derrotaría a Ahmad Grañ, adalid de los musulmanes en Etiopía, en la batalla decisiva de Unai-Dagá.
Posteriormente, en 1885, Italia coloniza el territorio y lo delimita oficialmente con el tratado de Wichale, firmado entre el Reino de Italia y el Reino de Etiopía el 2 de mayo de 1889, que convirtió a este último reino en un protectorado italiano y con el cual se fundó la colonia de Eritrea en enero de ese mismo año como colonia italiana que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial con las mismas fronteras que hoy en día posee.
En 1941, con la derrota de los italianos en la Segunda Guerra Mundial y con el tratado de París de febrero de 1947 el territorio de Eritrea pasó a formar parte de la administración colonial del Reino Unido siendo administrado por las autoridades británicas.
Durante este período, el Partido Unionista de Eritrea pretendía la unión incondicional de su país con Etiopía. Por su parte, hacia fines de 1946 se constituyó en Karen, provincia occidental, la Liga Musulmana de Eritrea que pedía la independencia del país o bien, si eso se estima imposible, “una administración fiduciaria internacional durante 10 años, simultáneamente con la independencia interior bajo el control del Gobierno británico”. Esa Liga Musulmana se unió a fines de 1949 a varios partidos constituyendo un bloque pro independencia, modificando su programa y solicitando la independencia inmediata de Eritrea.
En vista de que el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores no pudo lograr un acuerdo, a pesar del envío por Naciones Unidas de una Comisión Investigadora (noviembre de 1947-enero de 1948), la cuestión fue sometida a consideración en la Asamblea General de las Naciones Unidas, de conformidad con el párrafo 3 del anexo XI del Tratado de Paz con Italia, en la cual se disponía lo siguiente:
“Si las cuatro Potencias no pueden ponerse de acuerdo sobre el destino de cualquiera de esos territorios dentro de un año a partir de la entrada en vigor del Tratado de Paz con Italia, el asunto será remitido a la Asamblea General de las Naciones Unidas para que formule una recomendación, y las cuatro Potencias convienen en aceptar la recomendación y tomar las medidas apropiadas para ponerla en ejecución”.
La Comisión de las Naciones Unidas para Eritrea, establecida durante el cuarto período ordinario de sesiones para “examinar la cuestión” y eventualmente presentar “proposiciones que estimara adecuadas para la solución del problema de Eritrea” tomó en consideración los dos siguientes factores:
1- Los derechos y las reclamaciones de Etiopía, basados en razones geográficas, históricas, étnicas y económicas;
2- La necesidad de encontrar una solución de transacción, aceptable entre las soluciones propugnadas por la población, que iban desde la independencia hasta la unión con Etiopía.
Con base en dichas consideraciones, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó por 46 votos a favor, 10 en contra y 4 abstenciones, la Resolución 390 A que recomendó que:
“1. Eritrea constituirá una unidad autónoma federada con Etiopía bajo la soberanía de la Corona Etíope”.
Con dicha Recomendación de Naciones Unidas, Eritrea gozaría de un régimen interno autónomo, pero ello bajo la soberanía de la monarquía etíope.
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