Sáhara Occidental: el muro de silencio contra la prensa
Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha denunciado nuevamente la política marroquí de expulsión sistemática de periodistas extranjeros del Sáhara Occidental y la persecución contra reporteros saharauis, documentada en su informe “Sáhara Occidental, un desierto para el periodismo”. En las últimas décadas, más de un centenar de periodistas internacionales y al menos 300 observadores y activistas han sido deportados, mientras que profesionales locales como los miembros de Equipe Media sufren amenazas, torturas, juicios sin garantías y largas condenas de prisión. Entre ellos, destaca el caso de Bachir Khadda, encarcelado desde hace casi 15 años y sometido a aislamiento prolongado.
La reciente expulsión de la periodista asturiana Leonor Suárez, del director de El Faradio Óscar Allende y del activista Raúl Conde, ocurrida el 8 de julio, ilustra la magnitud del cerco informativo. Tras un largo viaje por carretera para evitar un veto inmediato, fueron vigilados, hostigados y finalmente escoltados fuera del territorio. Según relata Suárez, la experiencia superó cualquier expectativa en cuanto a control y acoso, confirmando el férreo cierre informativo impuesto por Marruecos.
Frente a este vacío, los periodistas saharauis de Equipe Media se han convertido en la única voz que documenta desde dentro las violaciones de derechos humanos, la represión y la vida bajo ocupación. Trabajando en condiciones extremas, con escasos recursos y constante riesgo de detención, filman desde azoteas y comparten material que rompe el bloqueo informativo. Su labor, retratada en el cortometraje “3 cámaras robadas”, es objetivo constante de vigilancia y represalias, extendidas también a sus familias.
La represión contra el periodismo saharaui se enmarca en una estrategia más amplia de Marruecos para consolidar su control sobre el territorio. A la censura informativa se suman políticas de propaganda y turismo en ciudades como Dajla, promocionadas como “marroquíes” y utilizadas como escenario de proyectos culturales internacionales, como la polémica elección de Christopher Nolan para rodar su próxima película. Esta operación cuenta con la pasividad —y en ocasiones complicidad— de gobiernos como el español, que en 2022 avaló el plan marroquí de autonomía, renunciando a su responsabilidad histórica.
Según Edith Rodríguez Cachera, vicepresidenta de RSF España, la situación en el Sáhara Occidental no ha variado en décadas: “detenciones arbitrarias, malos tratos, juicios farsa, torturas, encarcelamientos inhumanos y hostigamiento cotidiano”, agravados por la creciente tolerancia de España y la comunidad internacional hacia los abusos marroquíes. Este doble cerco —expulsión de prensa extranjera y persecución a periodistas locales— convierte al Sáhara Occidental en uno de los entornos más hostiles del planeta para la libertad de prensa, donde la información apenas logra atravesar el muro del silencio.
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Periodistas expulsados por intentar cubrir el Sahara Occidental
El pasado 8 de julio, las autoridades marroquíes expulsaron a la periodista asturiana Leonor Suárez, al director de El Faradio, Óscar Allende, y a Raúl Conde, de la organización Cantabria por el Sáhara. El grupo intentaba acceder a El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, para realizar un reportaje sobre la situación de la población saharaui.
El 5 de julio partieron desde Madrid hasta Agadir. “No volamos directamente a El Aaiún por temor a una expulsión inmediata”, cuenta Leonor Suárez. Tras dos días de viaje por carretera, más de 600 kilómetros y una docena de controles policiales, llegaron Tarfaya, la última ciudad marroquí antes del Sáhara Occidental. Comenzaron a notar una vigilancia constante: vehículos y personas que los seguían, grabaciones en los cruces… Intentaron pernoctar allí, pero pese a que los alojamientos estaban vacíos, les negaron hospedaje. “Lo hacen de forma discreta pero obvia. Quieren que sepas que estás siendo vigilado, pero sin que parezca nada oficial”, relata Suárez a RSF.
En el puesto de control de acceso a El Aaiún les esperaban nueve agentes que ya conocían sus nombres. Les ordenaron regresar a Agadir bajo escolta, donde fueron sometidos a registros exhaustivos en el aeropuerto, sin recibir explicación alguna sobre su expulsión. “Desde fuera puede parecer exagerado, pero vivirlo supera cualquier expectativa”, concluye la periodista.
Los periodistas locales, única voz del Sahara Occidental
Leonor Suárez y su equipo buscaban reunirse con Ahmed Ettanji, fundador de Equipe Media, un colectivo de 25 periodistas saharauis que desde 2009 documenta desde la clandestinidad las violaciones de derechos humanos, la represión política y la vida cotidiana bajo ocupación marroquí.
Su labor se desarrolla en condiciones extremadamente precarias: con recursos muy limitados, bajo amenazas constantes y con el riesgo permanente de detención y encarcelamiento. Sus principales lugares de trabajo son las azoteas de El Aaiún. Desde allí, ocultos, logran captar imágenes de la represión policial contra las frecuentes manifestaciones que estallan en la capital saharaui. Ese peligroso trabajo quedó plasmado en el cortometraje “3 camáras robadas”.
El colectivo es objetivo habitual de persecución, vigilancia, detenciones arbitrarias, torturas y juicios sin garantías. La represión se extiende también a sus familias, que sufren amenazas e intimidaciones por parte de las autoridades marroquíes. A pesar del acoso y del precio personal que implica su labor, Equipe Media sigue informando: “somos la única fuente que envía información al mundo sobre el Sáhara Occidental” confiesa Ettanji.
Periodismo saharaui bajo represión: cárcel, torturas y aislamiento
Uno de los casos más alarmantes es el de Bachir Khadda, responsable del archivo de Equipe Media: lleva casi 15 años encarcelado por su trabajo y su participación en los campamentos que se levantaron para protestar contra la situación del Sáhara en Gdeim Izik, en las inmediaciones de El Aaiún, en 2010. Ha pasado más de ocho años en aislamiento en la prisión de Tiflet 2 y no ha podido ver a su familia desde entonces. Equipe Media y RSF han denunciado reiteradamente las torturas y los tratos inhumanos que sufre en la cárcel.
Su caso no es una excepción. Varios periodistas saharauis que participaron en las protestas de Gdeim Izik fueron condenados en juicios que la ONU y organizaciones de derechos humanos consideran arbitrarios y condenados a abultadísimas penas de cárcel. Entre ellos, Hassan Dah, colaborador de RASD TV, que cumple una pena de 25 años; Abdelahi Lakhfawni, periodista de Equipe Media y Mohamed Lamin Haddi, activista y colaborador de RASD Radio.
La estrategia de Marruecos: turismo, propaganda y silencio internacional
El turismo se ha convertido en una de las herramientas clave que Marruecos utiliza para reforzar su control sobre el Sáhara Occidental y blanquear una ocupación ilegal. Dajla, la antigua Villa Cisneros, ha sido transformada en un destino turístico, con inversiones en infraestructuras y promoción internacional. En enero de este año, Ryanair inauguró una nueva ruta aérea que conecta Madrid con la ciudad en solo tres horas y numerosos influencers acuden a esta ciudad costera, que califican de “marroquí”. Esta estrategia surte efecto incluso en la industria cultural: el director de cine Christopher Nolan ha desatado la polémica al elegir esta ciudad saharaui como escenario para su próxima película, La Odisea.
A ello se suman los pasos dados por la comunidad internacional, con el Gobierno español en cabeza, para apuntalar la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. En marzo de 2022, el presidente Pedro Sánchez respaldó la propuesta marroquí de autonomía como la “base más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. Este giro político supuso la oficialización del abandono de la responsabilidad histórica de España sobre un territorio que fue su provincia número 53 entre 1884 y 1976, durante casi un siglo.
“Lamentablemente, desde hace décadas, la situación de los periodistas en el Sáhara Occidental es más de lo mismo: detenciones arbitrarias, malos tratos, juicios farsa, torturas, encarcelamientos inhumanos, hostigamiento cotidiano y una persecución feroz por parte del Estado marroquí. Lo único que va cambiando es la tolerancia del Gobierno español, cada vez más indisimulada, hacia los desmanes de Marruecos, incluidas las expulsiones de periodistas españoles. La agenda española, la europea y la internacional pasan por el blanqueamiento de las violaciones a las libertades fundamentales en el Sáhara Occidental, incluida la de prensa, como parte de una operación a mayor escala para negar la soberanía del pueblo saharaui. Afortunadamente, un puñado de periodistas y videorreporteros independientes no deja de documentar las violaciones a los derechos humanos en los territorios ocupados, para desgracia del régimen marroquí y de las malas conciencias del otro lado del Estrecho”.
Edith Rodríguez Cachera | Vicepresidenta de RSF España y miembro del Consejo de Administración de RSF
La sistemática expulsión de los periodistas extranjeros que acuden a cubrir el Sáhara Occidental y la implacable persecución a los reporteros saharauis crean las condiciones perfectas para que el territorio sea un desierto para el periodismo, del que la información apenas entra, ni sale, transformando al Sáhara Occidental en uno de los lugares más hostiles del mundo para los profesionales de los medios.