Saharauis: de la dignidad a la difamación, el nuevo delirio del periodismo vendido – Publicado por Taleb Alisalem en X @TalebSahara

Saharauis: de la dignidad a la difamación, el nuevo delirio del periodismo vendido – Publicado por Taleb Alisalem en X @TalebSahara

Por un saharaui que no necesita permiso para decir la verdad

No es la primera vez que Marruecos señala con el dedo al pueblo saharaui y espera que el mundo asienta. Lo hacía en los años 70, cuando el Frente Polisario era tildado de apéndice soviético. Luego, con la llegada de Irán al podio de los enemigos globales, nos convirtieron en agentes de Teherán. Después, fuimos pasto fácil del relato post-11S: terroristas en potencia, aunque jamás se haya registrado un solo saharaui implicado en atentado alguno en Europa o fuera de ella. Hoy, el teatro se repite, pero esta vez con el aplauso cómplice de algunos medios españoles.

Lo grave ya no es que Marruecos fabrique mentiras. Eso es rutina. Lo verdaderamente alarmante es que medios como La Vanguardia, La Razón o Atalayar las recojan como si fueran hechos verificados. ¿Dónde quedó la ética? ¿En qué parte del código deontológico se justifica que se silencie la nacionalidad de violadores o terroristas marroquíes, mientras se escribe “saharaui” en mayúsculas cuando conviene fabricar miedo?

Hablemos de terrorismo, ya que quieren jugar a eso:

•11-M en Madrid: 23 marroquíes implicados.

•Atentados de París (2015): todos los autores eran de nacionalidad marroquí o de origen marroquí.

•Atentado en Barcelona y Cambrils (2017): todos los atacantes eran marroquíes.

•Atentados de Londres (diversos años): múltiples implicados de origen marroquí.

•Bélgica, Alemania, Países Bajos: los servicios de inteligencia europeos han repetido hasta el hartazgo la misma alerta: Marruecos es uno de los principales exportadores de yihadismo a Europa.

¿Saharauis? Ninguno. Ni uno. Nunca.

Pero hoy, gracias a ciertos editores sin vergüenza, sin fuentes y sin dignidad, tenemos que soportar titulares que hablan de “saharauis vinculados a grupos terroristas”. ¿Basado en qué? En nada. Absolutamente nada. Pero eso da igual cuando el cheque llega a tiempo y la línea editorial se escribe en Rabat.

La prensa española se ha convertido en un brazo editorial de la diplomacia marroquí. Marhuenda, Enric Juliana y su corte de editores sin alma, todos ellos interpretan la sinfonía de Rabat con Albares como director de orquesta. No se limitan a informar: militan. No escriben: fabrican. Y lo hacen con la desesperación del que ya no tiene lectores ni credibilidad, pero sí facturas que pagar. En ese contexto, Marruecos siempre paga bien.

Incluso llegaron a utilizar la guerra en Siria para montar una de las operaciones de propaganda más grotescas que se recuerdan: el bulo de que combatientes saharauis luchaban con Al Assad. Lo replicaron sin pruebas Atalayar, La Razón, y hasta el Washington Post cayó brevemente en la trampa antes de publicar una corrección al día siguiente. No existía ni una foto, ni un nombre, ni una fuente fiable que lo confirmara. Pero da igual. Cuando se trata del Polisario, la calumnia no necesita prueba, solo tinta.

Y sin embargo, seguimos aquí. Los saharauis llevamos más de medio siglo resistiendo. Somos uno de los pocos pueblos que puede mirar al mundo con la frente alta y decir: nunca cometimos una masacre, nunca secuestramos niños, nunca sembramos el terror en ninguna ciudad europea. Luchamos por lo nuestro, por lo que es justo, por lo que nos fue robado.

¿Molesta esa verdad? Pues que les moleste.

¿Incomoda nuestra dignidad? Que se revuelvan en su incomodidad.

Ningún titular cobarde podrá manchar lo que el pueblo saharaui ha escrito con sangre, con dolor, y con una fe inquebrantable en la libertad. No les bastará con bulos. Ni con mentiras. Ni con editoriales comprados.

Porque al final, ellos escriben desde la nómina. Nosotros escribimos desde la historia. Y la historia, cuando se digna a hablar, no tiene piedad con los que vendieron su pluma.