El pasado 13 de marzo se hacía, por fin, pública la noticia de mi candidatura a las autonómicas de la Comunidad de Madrid junto a Más Madrid. Una comunidad que no sólo me ha enseñado mucho y me ha hecho madurar, sino que, además, me ha acercado, como ninguna, a mis raíces.

 

Ahora bien, para comprender la decisión de lanzarme a la política institucional hay que remontarse a un tuit de hace más de dos años. Eran malas noticias: «El Sáhara Occidental entra en guerra». Por aquel entonces, yo estaba bastante despegada tanto de mis raíces como de la causa saharaui, ya que desde los inicios de mi etapa universitaria tenía que costearme los estudios, trabajar casi de forma diaria para llegar a fin de mes y sortear los obstáculos del racismo institucional.

Cualquier saharaui que abandona los campos de refugiados de Tindouf lo hace con una mochila llamada «expectativa». Es una mochila de gran responsabilidad, que yo, personalmente, he llevado con mucho gusto por todo lo que representa. Pero cumplir expectativas nos hace rehén de los sueños de los demás.

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