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DAVID BOLLERO
No, no todo el mundo árabe estaba anoche con Marruecos. Ni siquiera toda África. La razón es simple: el reino de Mohamed VI es una potencia invasora que, para convertirse en ello, ha arrasado con el pueblo saharaui, bombardeándolo con napalm y fósforo blanco en el pasado, y torturándolo y asesinándolo en la actualidad, esta misma semana, sin ir más lejos. Cuando los propios jugadores marroquíes cantan en el autobús de regreso de un partido «el Sáhara es mío, el Aiún son mis ojos, esta tierra me pertenece…», ¿quién con un mínimo de humanidad y decencia puede apoyar a tal equipo?
Mientras buena parte del mundo miraba a Catar con la miopía que les permite obviar la infamia de este mundial, otros muchos no podíamos quitar la vista de los Territorios Ocupados por Marruecos en el Sáhara Occidental. Mientras la selección de Mohamed VI alcanzaba las semifinales, la policía marroquí recrudecía su violencia contra el pueblo saharaui que malvive en esta parte del Sáhara invadido.
En el mismo instante que los medios de comunicación contribuyen al blanqueo de la dictadura marroquí, se presentaba ante el organismo de Procedimientos Especiales de la ONU una nueva denuncia por la detención arbitraria y tortura de diez estudiantes saharauis, seis de los cuales todavía permanecen en las cárceles marroquíes, languideciendo, con el único motivo de su activismo estudiantil.
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Origen: Torturas tras los goles de Marruecos – Posos de anarquía