JAIME PARRA
Un 27 de febrero de 1976 los saharauis proclamaron la República Árabe Saharaui Democrática.
Durante casi cien años fue territorio español y, desde 1958 hasta 1976, año en que España abandona el territorio, fue la 53 provincia española. A pesar de que el Tribunal Internacional de La Haya emitía en 1975 un dictamen en el que aclaraba que no existían vínculos de soberanía entre Marruecos y el Sáhara, éste fue ocupado por las tropas del rey marroquí Hassan II tras la conocida «Marcha Verde» el 6 de noviembre de 1975, invadían el Sáhara obligando a la población civil saharaui a refugiarse en la provincia argelina de Tinduf, donde hasta la fecha viven en campos de refugiados.
El 14 de noviembre de ese año, el último gobierno franquista admite que el Sáhara es marroquí y los saharauis comienzan la lucha por su independencia con el respaldo legal de la ONU que en 1979 reafirma su derecho a la libre autodeterminación e independencia.
Desde ese momento, parte de la población española (no así sus dirigentes, ya que, a pesar de que se continúa considerando a España como la potencia administradora del territorio, el Gobierno español de Pedro Sánchez se posiciona de parte de Marruecos aceptando su propuesta de autonomía) muestra su simpatía por los refugiados saharauis en los campos de Tinduf donde viven en condiciones inhumanas, a más de cincuenta grados en veranos, sin apenas agua y con restricciones de luz.
Entonces se crea el programa Vacaciones en Paz, por el que niños saharauis de entre 8 y 11 años pasan los meses más calurosos del año, julio y agosto, con familias de acogida españolas.
Este verano son 49 los menores que disfrutarán de sus vacaciones en la Región de Murcia, cuatro de ellos en Mula y otros dos con familias caravaqueñas. Desde el 2 de julio cuando sus familiares los recibieron en el campus de Espinardo disfrutan de su verano en España.
Estas vacaciones, nos explica Juana Abenza Abenza, presidenta de la asociación Sonrisa Saharaui (encargada del programa Vacaciones en Paz), pretenden, por un lado, que puedan vivir los meses más calurosos del año llevando una vida como cualquier niño de su edad disfrutando de sus vacaciones, pero también que puedan cubrirse carencias que tienen por la falta de una alimentación equilibrada y que puedan acceder a los servicios sanitarios, aunque sea para realizarse una revisión médica básica.
Otro objetivo no menos importante de Vacaciones en Paz es el de sensibilizar a la población española, sobre todo a las nuevas generaciones, quizá más implicadas en otras causas, acerca de lo que sucede en el Sáhara, donde son ya cuatro generaciones las que han nacido en el exilio de Tinduf.
Sensibilización y exposición pública para la que cuentan con la ayuda de algunos ayuntamientos como el de Caravaca o Mula, que el 17 de julio firmó un convenio de colaboración con la asociación Sonrisa Saharaui y, en palabras de su alcalde, Juan Jesús Moreno, «este convenio es una muestra de nuestra solidaridad y compromiso con el pueblo saharaui. Invito a las familias muleñas a participar activamente en este programa y a brindar su apoyo a estos niños que tanto lo necesitan».
Por su parte, la presidenta de la asociación Juana Abenza, destacó: «agradecemos al Ayuntamiento y a las familias de acogida por su generosidad y por abrir sus hogares a estos niños. Este programa no solo ofrece un respiro a los niños saharauis, sino que también fortalece los lazos de amistad y solidaridad entre nuestros pueblos».
La campaña de información para poder participar en Vacaciones en Paz 2025 comenzará en noviembre de este año. Los trámites, explica su presidenta, son sencillos, y lo mejor es pedir información a través del teléfono 696 34 86 53.
Tras el programa Vacaciones en Paz hay niños saharauis que, gracias al proyecto Madrasa, pueden continuar sus estudios en la Región de Murcia.
Proyectos sobre el terreno
Huerto de Halima:
Un huerto en la Wilaya de Bojador, o como a ellos les gusta llamar “El Huerto de Halima”, pretenden mejorar la calidad de vida de la población refugiada saharaui, contribuyendo a la ampliación y variación de su dieta básica.
Desde Sonrisa Saharaui apoyan la producción y distribución de vegetales entre la población más vulnerable, para ello se suministrarán los insumos necesarios para la creación de este huerto con una superficie de 15.000 metros cuadrados.
Agua y Vida:
Partiendo de que la alimentación y el agua son dos de los derechos fundamentales de las personas consideran necesario poder dotar a estas familias recién instaladas en los campamentos de depósitos para el almacenamiento del agua. Con dicho proyecto, se contribuirá al aumento de nivel y calidad de vida de un total de 282 familias refugiadas (formadas principalmente por menores y mujeres) así como cubrir necesidades básicas como alimentación.
Más información en https://sonrisasaharaui.com