RELATO Y POEMA
Cuando el árbol de acacia espinosa se despojó de sus hojas y el viento del este sopló con mucha fuerza, mi abuela miró el horizonte en busca del año de mi nacimiento y recordó el sonido del tambor mezclado con el ulular de las mujeres. Había nacido yo entonces, con la primera lluvia de invierno en medio de un valle cubierto de arena y hierba.
Un lejano recuerdo sintió mi abuela, dio unos pasos en medio del viento de arena y me dijo entonces:
̶ Tienes que encontrar las huellas de tu hermano que se marchó detrás de las dromedarias lecheras.
̶ Abuela, no veo nada, el viento de arena ha borrado todas las huellas ̶ le respondí con cierta impotencia.
Seguí delante de la jaima intentando descifrar las huellas en medio de aquella noche oscura. Sabía que las dromedarias lecheras descansaban siempre al sur, cerca del árbol de atil[1]. (…)
Leer texto completo en el original: Viento de arena