Por: Ali Salem Iselmu
Los galaba[1] de Tiris[2] son una expresión genuina de una tierra que nos da la bienvenida desde los galb[3] de Agzumal[4] y Tagzumalet[5]. La lluvia esta vez solo ha bañado la parte sur de ese inmenso desierto, cuyo askaf[6] y el agua de sus pozos sirven de sostén a los animales.
La arena blanca y fina es transparente, y las montañas de color negro y macizo son sus puntos de referencia, mientras las caravanas de camellos cruzan de forma desesperada hacia Agüienit[7], Dugech[8], Faleklak[9[ y Kerachiat[10]. Esta vez la lluvia ha caído en la parte sur de Tiris y hacia allí los nómadas se han dirigido como lo han hecho sus antepasados; buscan las yerbas y las plantas que devolverán a su ganado la energía perdida durante los duros meses de verano en el que la vida depende exclusivamente del agua.
Recorrer la tierra de Tiris es imaginar al gran poeta y erudito Chej Mohamed El Mami cantarle su famoso verso en el que nos dice:
Tiris no acepta las mezclas
y si acampo en otro lugar diferente,
allí están los Galaba de Mades[11] y Tangat[12]
y la poesía sobre sus cumbres.
Los lagartos conocidos en lengua hasania[13] como dab[14] proliferan con la lluvia al igual que las cabras y los camellos, los beduinos te ofrecen la leche recién ordeñada en preciosos cuencos de madera, y la luz de las estrellas te devuelve al pasado que inspiró a muchos hombres que regaron con su canto la historia de una tierra al que acudían los nómadas de diferentes zonas del Sáhara, buscando la lluvia y el pasto para sus animales.
Artículo completo en: Generación de la Amistad saharaui: Tiris y los versos profundos