El Minuto | El 27 de febrero de 1976, horas antes que expirara la presencia española en el Sahara, en un caserío conocido como Bir Lehlú, el Consejo Nacional Saharaui proclamaba el establecimiento de la República Árabe Saharaui Democrática.
En la última parte de la Declaración señala: “En este momento histórico en que se proclama la constitución de esta nueva República, pide a sus hermanos y a todos los países del mundo el RECONOCIMIENTO de esta nueva nación, a la vez que manifiesta expresamente su deseo de establecer relaciones recíprocas basadas en la amistad, la cooperación y en la no injerencia en los asuntos internos.
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Perspectivas del conflicto
En el campo del derecho internacional, los saharauis han obtenido importantes victorias, en el seno del máximo tribunal de la Unión Europea. Ningún país reconoce la anexión marroquí El lobby del Majzén, la permeabilidad de los varios gobiernos africanos al soborno, que seguramente ha sido el incentivo para que instalaran consulados en la ciudad de El Aaiún, parecía un avance hace el reconocimiento de la anexión marroquí, que quedó de alguna manera frustrada, pero es indudable que Rabat está formando un espacio favorable a sus intereses en el seno de la Unión Africana.
La política de contención aplicada por España, para evitar que Marruecos, se vuelque contra Ceuta, Melilla, como de los espacios marítimos circundantes a Canarias, esta teniendo fisuras. De manera acotada y con un hábil manejo de la escalada, apoyado por hechos consumados, Marruecos avanza sobre aguas españolas, puso en evidencia que es una actor a considerar en la seguridad de Ceuta y Melilla, no como socio, sino imponiendo sus intereses e influenciando en la toma de decisiones de Madrid. España poco y nada ha hecho por ejemplo, para incidir en los programas de modernización militar marroquí, o buscar poner a un freno a las exigencias de Rabat, ante crisis migratorias, como en otras cuestiones vinculadas a la seguridad regional. Es hora que los líderes políticos en España, entiendan que Marruecos, no es un aliado, sino un competidor o adversario geopolítico, adoptando las medidas concernientes para limitar el margen de maniobra de Rabat.
Argelia aplica una política de contención distinta a España, apoyando al Frente Polisario/RASD, para mantener el conflicto a fuego lento, que permita aferrar a Marruecos más de 100.000 soldados en el Sahara Occidental, evitando que gran parte de este recurso, sea concentrado en la frontera argelina. Marruecos ante la superioridad argelina, busca mejorar el nivel cualitativo de las Fuerzas Armadas Reales, maniobra en la Unión Africana para contrarrestar el peso de Argel en dicha organización, y más precisamente en la región del Sahara Sahel. Esto al parecer no ha sido percibido del todo por Argel. Por razones del frente interno, mantiene un discurso duro, pero que el contexto regional e internacional, impide incrementar la escalada. En este complejo juego tenemos a Mauritania, neutral en el conflicto, pero tolerante con los saharauis, dado que es un arma que tiene para mantener alejado de sus fronteras a Marruecos. El incidente de Guerguerat, abrió las puertas para que Marruecos genere un polo de atracción geopolítica que incida en Mauritania y los países del Sahara Sahel.
Los mauritanos no son los suficientemente fuertes para cerrar la nueva ruta terrestre, que de alguna manera contribuye a la economía del Sahara Occidental ocupado. Pero, han optado por el ingreso de un actor de “peso” como es China, interesada en los recursos mineros del país. Pekín, venido a muy bajo precio un buque de asalto anfibio, como muestra de apoyo a Nuakchot. El ingreso de intereses chinos, es una alternativa a la peligrosa influencia franco marroquí.
Otro actor, aún no involucrado directamente en el conflicto, pero que su sombra se hace sentir, es Rusia. Moscú es el aliado de Argel. Existe posibilidades que la empresa de seguridad militar Wagner, de Rusia, ingrese de lleno a Malí. El terrorismo es un flagelo que afecta a la seguridad de la región del Sahara Sahel. La gravedad de la situación, ha llevado a crisis institucionales, como el reciente golpe en Burkina Faso. En cuanto a su postura en relación al conflicto, siempre ha sido distante, manteniendo cercanía con Marruecos por razones de “realpolitik” por ser el actor mas fuerte o que ofrece ventajas para los intereses rusos, entre ellos el lucrativo mercado de armas, pero ello no impide que Moscú adhiera al discurso oficial de reconocer al Sahara Occidental, como territorio pendiente de descolonización. Es un actor que aún no tiene intereses directos en el conflicto, la única opción viable, sería lograr que Moscú, dado su enfrentamiento con Estados Unidos por la crisis de Ucrania, que desde el Consejo de Seguridad, vete cualquier avance anexionista marroquí, con apoyo de la Casa Blanca y Francia.
Las opciones que tiene la República Saharaui, son limitadas. El mantener el conflicto a fuego lento, genera cierta atención internacional. España se mantendrá al margen de la cuestión saharaui, para no provocar su incómodo aliado del sur. Estrategia que solo beneficia a Marruecos en el largo plazo. Argelia brindará apoyo limitado, a los fines de contener a Marruecos y mantenerlo lejos de la frontera común, además como una maniobra de desgaste del oponente, pero que puede tener alcance limitado, por el apoyo de Francia y Estados Unidos, además del generoso financiamiento de las monarquías del Golfo Pérsico.
Creemos que las posibilidades reales que tiene la República Saharaui, es avanzar hacia el reconocimiento y establecimiento de relaciones diplomáticas con nuevos estados. En América Latina observamos contextos favorables. Perú con el cambio de gobierno, su postura hacia la República Saharaui ha cambiado. El gran desafío será Chile, con el triunfo de una coalición de izquierdas, tal vez existe un contexto favorable para el reconocimiento de la República Saharaui.
Sin ninguna duda, el gran éxito, sería Brasil, lo que arrastraría a otros actores en la región como Argentina. La búsqueda de obtener nuevos reconocimientos, tarea relegada por el gobierno saharaui, puede abrir camino a otro gran paso seguir el ejemplo palestino: Estado observador de las Naciones Unidas. América Latina y África son las grandes esperanzas, para lograr ese objetivo. Este permitiría desplazar a España como actor en el conflicto, que al fin de cuentas ha sido funcional a Marruecos. Desde el punto de vista político, no es lo mismo hablar de un movimiento de liberación, Frente Polisario, que de República Saharaui. Foros internacionales como la CELAC, también resultan útiles para lograr avances, por lo menos para hacer visible el conflicto, generar atención internacional y obtener ayudas adicionales.
Existe un contexto, que puede ser favorable para la República Saharaui, para hacer conocer el drama que vive hace más de cuatro décadas, y avanzar, por lo menos en reconocimientos como Estado, poderosa arma político jurídica, para hablar de la ocupación militar de un Estado soberano, sobre territorio de otro Estado, con su impacto que puede tener en la opinión pública internacional.
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