Por Kamel M. – “El Makhzen puede contar ahora con Chad para recuperarse de su crisis diplomática y política”, comenta, un poco sarcásticamente, a los observadores que enumeran una serie de derrotas aplastantes del régimen de Rabat, dentro de Marruecos y a nivel internacional. Replanteado por Argelia en Nueva York, a través de la voz de su representante permanente, Amar Bendjama, Marruecos sufrió, al mismo tiempo, una serie de bofetadas en un tiempo récord, acabando por noquear a su rey, ya aturdido. Aún no despertado de la mordaz bofetada que le acaba de infligir en Washington el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que le recordó el alineamiento absoluto de Estados Unidos con las resoluciones de la ONU en la cuestión saharaui, el Majzen recibió dos más palizas del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y de un tribunal de París. El primero declaró ilegal un acuerdo que vincula a la UE con el reino de Mohammed VI, prohibiendo así a los países europeos toda explotación de los recursos naturales de los territorios del Sáhara Occidental ocupados por Marruecos; el segundo quitó la razón al régimen de Rabat tras una denuncia que presentó contra un medio de comunicación francés por haber dicho la verdad sobre este país gobernado por una familia depredadora, protegida por Francia. Al mismo tiempo, el Makhzen sufre la revuelta de los marroquíes, que ya no soportan ver cómo su poder adquisitivo se deteriora a la velocidad del rayo, tras la decisión del gobierno de Aziz Akhannouch de aumentar exponencialmente los precios de los productos de primera necesidad. El jefe del Gobierno marroquí, íntimo amigo del rey, oculta a los marroquíes que este aumento de los precios se debe a la ejecución inmediata, y al pie de la letra, de las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el marco de un reajuste estructural que se ha vuelto inevitable debido a la abismal deuda de Marruecos. Los súbditos de Mohammed VI son las únicas víctimas, obligados a soportar solos la pesada carga de los gastos extravagantes de su soberano, de su corte y de su clientela, gastando los miles de millones ganados por la muy lucrativa exportación de fosfatos en la compra de castillos en el extranjero y en la construcción de infraestructuras presupuestarias, cuyo único interés consiste en dibujar una imagen falsa de un Marruecos supuestamente rico y próspero. Un espejismo diseñado con la ayuda de la Francia oficial para darle una apariencia de poder a este protectorado francés medieval. Las huelgas se suceden y el tono sube entre estudiantes, profesores, médicos, abogados y muchos otros profesionales, lo que aumenta la ira de los marroquíes desde abajo que amenazan con cruzar la frontera argelina donde, esperan, podrán unirse a sus compañeros ciudadanos –casi un millón– que les envían señales positivas desde Argelia, este país vecino que les acogió y toleró su presencia sin preocuparles. Al menos, por ahora. Aunque la situación económica, financiera, política y social en Marruecos es insostenible, los observadores informados se muestran escépticos sobre la posibilidad de un derrocamiento del régimen monárquico. Este último, sólidamente apoyado por una feroz represión policial, liderado por Abdellatif Hammouchi –condecorado por Francia– y Yassine Mansouri, todavía tiene un futuro brillante por delante, mientras el Eliseo, el Quai d’Orsay y la DGSE aseguren la sostenibilidad del trono que Francia estableció a principios del siglo pasado. Sólo un estallido de dignidad entre los propios marroquíes puede liberarlos de la mortificación que los convierte en un pueblo humillado en su propio país, okupado por una familia gobernante sin escrúpulos ni honor. K.M.
Origen: Lâché par Washington, débouté en Europe : sale temps pour le Makhzen – Algérie Patriotique