El diario Algérie Patriotique publicó recientemente un artículo titulado “Chacun pour soi”, donde analiza cómo los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020 y presentados como un giro histórico en Oriente Medio, han terminado revelando sus contradicciones. El ataque israelí del 9 de septiembre de 2025 en Doha contra negociadores palestinos, seguido de una cumbre árabe-islámica marcada por la impotencia, demuestra que aquella normalización nunca trajo paz ni estabilidad: fue un espejismo.
El texto recuerda que la normalización no se concibió entre iguales. Los Estados del Golfo buscaban seguridad bajo el paraguas estadounidense y beneficios económicos; Israel perseguía reconocimiento diplomático y acceso a mercados. Cinco años después, ni lo uno ni lo otro se han cumplido. El ataque de Doha, perpetrado en el territorio de un mediador reconocido como Qatar, ha roto el precario equilibrio y evidenciado la fragilidad de un acuerdo que no podía sostenerse sobre la injusticia hacia Palestina.
Para el Magreb y el Sahel, las repercusiones son profundas. Marruecos, signatario de los Acuerdos, ve cómo la rentabilidad económica de su alineamiento con Israel se convierte en un lastre político. Argelia, crítica desde el inicio, emerge como voz diplomática sólida frente a un orden regional cada vez más inestable. Túnez, debilitado, permanece en la incertidumbre. Como subraya Algérie Patriotique, el fracaso de la normalización amplía la brecha entre gobiernos dóciles a Washington y una opinión pública árabe indignada con la impunidad israelí.
En el Sahel, los efectos son visibles: reducción de inversiones, propagación de narrativas radicales que explotan la “traición” a Palestina y multiplicación de la influencia de nuevos actores externos como Rusia, Turquía o las compañías militares privadas. La región se convierte en una zona de fricción donde cada choque en el Golfo repercute en el Mediterráneo y en África. Los Acuerdos de Abraham, lejos de aportar seguridad, han contribuido a extender la inestabilidad.
El artículo también resalta un punto clave: Estados Unidos ya no ofrece el paraguas de protección automática que prometía. Washington, cansado de compromisos militares costosos, no condenó con firmeza el ataque israelí ni garantizó la seguridad de sus supuestos aliados. Esa ambigüedad erosiona la confianza y empuja a varios países a buscar nuevas alianzas con China, Turquía o incluso Rusia, en un reordenamiento geopolítico que debilita aún más la arquitectura construida en torno a los Acuerdos.
A cinco años de su firma, los Acuerdos de Abraham muestran su verdadero rostro: fueron un proyecto diseñado para blanquear la ocupación israelí y aislar la causa palestina, pero han terminado convirtiéndose en un factor de división y fragilidad regional. Como concluye Algérie Patriotique, bajo la tienda de Abraham cada uno buscó refugio para sí mismo, y hoy ese refugio se ha convertido en un callejón sin salida. El Magreb y el Sahel tienen ahora la oportunidad y la obligación de no dejarse arrastrar por alianzas fallidas y de construir un camino propio basado en soberanía, justicia y coherencia con los pueblos.
Origen: Chacun pour soi – algerie patriotique – Journal d’actualité Algérie Internationale